Algo que aprender de los chilenos
Autor: Santiago Boccanegra
El domingo fue la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile. El expresidente Sebastián Piñera resultó vencedor por 9 puntos de diferencia, frente al candidato oficialista Alejandro Guillier.
Venezuela fue punto de debate en la campaña, como lo ha sido en todos los escenarios electorales de Latinomérica en el último lustro, y los que vienen. Nadie quiere ser como Venezuela, tierra arrasada por una revolución que se dice de izquierda, humanista y socialista, pero que ha resultado hambreadora y corrupta.
Es el ejemplo que, lamentablemente, damos al mundo como país y como sistema de gobierno. Pero de Chile, por ejemplo, también podemos aprender algunos, como la civilidad política.
No solamente durante la campaña hubo debate entre los candidatos, algo normal en muchísimos países pero asunto vedado en Caracas, sino que al concluir la jornada electoral el competidor derrotado se acercó al comando del vencedor para saludar su victoria, públicamente y frente a las cámaras, y dar un mensaje de unión, más allá de las diferencias.
También, la presidenta saliente Michelle Bachelet llamó por teléfono a Piñera, su rival en la política, para felicitarlo. Ambos intercambiaron un diálogo de altura, televisado. «Quería llamarlo para felicitarlo por su triunfo y desearle una muy buena gestión en su mandato porque usted y yo queremos a Chile, queremos nuestro país y queremos lo mejor para todos», le dijo la mandataria, entre otras cosas.
Ver esas imágenes hace que cualquier venezolano sienta envidia sana, republicana y democrática. En este país hace falta gestos que hablen de concordia y no de guerra, de política y no confrontación, de rivalidades y no de enemistades. Aspiramos que en un futuro próximo, tal cosa pueda ser motivo de orgullo también en una recuperada y vigorosa democracia venezolana, como nunca la hemos tenido.
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