Alí Bla Bla, por Teodoro Petkoff
El ministro de Finanzas recomienda que para hacer frente a la crisis, los venezolanos, entre otras cosas, debemos «desarrollar la cultura del ahorro», dado que la debilidad de esta configura uno de los problemas estructurales de nuestra economía. Desde luego que Alí Rodríguez tiene toda la razón en el diagnóstico, pero sería bueno que nos explicara como ahorrar en un país donde la política económica del gobierno empuja el gasto del ingreso y no el ahorro y familia que logra economizar parte de su ingreso, ahorra, pero en dólares o euros en el exterior. Si Alí explicara cómo ahorrar en estas condiciones lograría una hazaña equivalente a la de cuadrar el círculo.
Por una parte, ¿cómo ahorrar en un país donde la tasa de inflación es el doble de la tasa de interés que pagan los bancos a los ahorristas? La tasa de interés máxima que pagan los bancos por depósitos a plazo fijo es de 13,5% anual y 8% en las cuentas de ahorro. La tasa de inflación anualizada (julio 2007-julio 2008) es de 26%. Exactamente el doble. De modo que quien coloca su plata a plazo fijo pierde en un año la mitad de su valor. No es que no hay cultura de ahorro sino que la gente no es estúpida y no va a ahorrar para perder dinero. Ahora bien, ¿de donde sale la inflación? Precisamente de la chavoeconomía.
La altísima tasa de inflación venezolana es el resultado de la política gubernamental. El desaforado gasto público, imprudentemente ejecutado con base en el diluvio de petrodólares; la política cambiaria, que desfavorece la producción «endógena» y favorece las importaciones, dada la baratura del dólar controlado, pero que, al mismo tiempo, crea un mercado paralelo donde la tasa de cambio, superior a la controlada, se hace referencial para el conjunto de la actividad económica; el hostigamiento perpetuo al aparato productivo, tanto manufacturero como agrícola, que junto al peso aplastante de las importaciones, disminuye la oferta interna de bienes de toda clase, encareciéndolos; la inflación represada por los controles de precios, que estallan cada cierto tiempo obligando al gobierno a aprobar ajustes brutales todo esto, amén de la incesante conflictividad política animada por Chacumbele y la volatilidad de las reglas de juego, empuja la inflación a los niveles que duplican la tasa de interés pasiva. No hay ahorro posible. La gente tiende a gastar todo su ingreso lo más rápidamente que puede, para que no se lo coma la veloz alza en los precios y, por tanto, no ahorra y como no hay ahorro tampoco puede haber financiamiento «endógeno» de la inversión. ¿De quién es la culpa? Adicionalmente, todo el que puede, protege su ingreso de la inflación transformando sus bolívares en dólares o euros, en cuentas en el exterior.
Aún a la tasa paralela del dólar, es más rentable comprar los verdes billetes y sacarlos del país, antes que dejar los bolívares aquí. Esto, sin hablar de que el apetito por el dólar a 2,15 es fácilmente saciado mediante los diversos artificios que permiten adquirirlo «legalmente».
Desde la implantación del control de cambios, 40 mil millones de dólares, han sido ahorrados…en el exterior. ¿De quién es la culpa? Por eso Alí no podrá cuadrar jamás el círculo.