Alternativa y eficacia, por Simón García
Twitter: @garciasim
Escribo para una élite porque la política es una acción marginal, más aún si se la reduce al ámbito de los partidos. Sin embargo, son las organizaciones partidistas, sea que trabajen por realizar la primaria o que propongan un consenso, las que definirán los términos de competencia con Maduro el 2024. Y es un interés común que se adopte la mejor decisión posible en términos del país que se quiere, de la necesidad de los círculos expansivos de entendimiento y la eficacia del candidato para suscitar apoyos.
En materia de escogencia del candidato la mayoría se inclina por un método que por privilegiar lo numérico puede, paradójicamente, arrojar un ganador minoritario. Su mecanismo hay que gobernarlo, porque si prosigue a la libre avivará la riña sin ideas y otorgará el triunfo a quien tenga más capacidad de organización y movilización en un día específico. Desenlace que puede resultar más traumático mientras menor sea la participación en las primarias.
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Hay que repetirlo: primaria no es excluyente del consenso. Cada método emplea procedimientos distintos y atiende a fines diferentes. Es seguro que quien gane la primaria busque un consenso posterior en torno a su nombre. Es normal e importante que lo haga, sin cerrarse a la posibilidad de que los criterios de eficacia para ganarle a Maduro y convertir el triunfo electoral en el inicio de una transición, apunten hacia otro nombre. Una actitud, como la que admiramos en el gesto de Ricardo Lago hacia Patricio Aldwin, que nos eleve del enfrentamiento a la alternativa.
El fortalecimiento de una parte de la oposición es el fortalecimiento de toda la oposición, integrada ésta por todo el que desea un cambio político. Si el objetivo es ganar otro país debe ser un interés compartido, incluso por quienes no sean partidarios de la primaria, que ella eluda el territorio minado que está por recorrer. Unos y otros son necesarios para acordar un modelo de país que incluso puedan impulsar opositores y chavistas.
Hay que quitar las alcabalas y crear territorios de todos, donde sea normal el cruce de fronteras sin renunciar a las diferencias. Eso está ocurriendo en muchas poblaciones, dentro de las distintas oposiciones y entre éstas y el mundo chavista por militancia o vínculo de afecto.
A los integrantes de los partidos que se consideran opositores y a los independientes de todas las variedades, les corresponde contribuir a que el mensaje y el peso de las actividades de campaña se dirija hacia el venezolano que actualmente no tiene interés en la política, pero está pendiente de la lucha de los maestros o los empeños de los trabajadores por cuenta propia.
Estamos en una crisis del autoritarismo que acentúa las debilidades del bloque de poder, entre las que hay que incluir un descontento interno en el régimen que crece con la corrupción y la incapacidad de resolver la guillotina de la inflación o la desaparición del salario. Estas son, objetivamente, fuerzas de cambio.
Existen otras condiciones favorables para que la oposición mejore su eficacia para nutrirse del descontento y de los que se distancian de la política sin perder la esperanza de progresar y volver a vivir en paz.
Si se quiere ganar, como alternativa más que como oposición, hay que quitarle barreras al triunfo.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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