Amarillo, Azul y Rojo, por Marisa Iturriza
Para cantar La Chipola / Mi mano temblando amarra/ Al cuello de mi guitarra / tres cintas en una sola:
AMARILLO color de oro, será por el color del araguaney que florece por esta época del año de manera tan generosa que hasta alfombra el suelo con amarillo de sol tierno porque del oro que “radiantemente” sale del país para satisfacer la codicia de unos cuantos y para empobrecer al resto no queda ni el color ni el remordimiento.
A propósito ¿qué hacen en el exterior con el oro, minerales, dinero u otros que se decomisan allá? ¿Lo devuelven al país completo o parcialmente? Y, si acaso ocurre, ¿a quién o a quienes?
AZUL de la Azul esfera, como el que con un canto infinito de paz de la letra del himno universitario (Luis Pastori/Tomás Alfaro) proclama que nuestro mundo de azules boinas/ Os invita su voz a escuchar en oposición a la del acoso del que milicianamente “advierte” que Todo el pueblo gigante batalla/ Bayoneta calada juramos / Rodilla en tierra por la revolución (sin comentarios) contrario (por supuesto) al delicado azul de aquella cumbre tan lejana / Hacia la cual mi pensamiento vuela que, magistralmente, escribió el poeta oriental Cruz Salmerón Acosta.
ROJO que reverbera como la sangre del toro, no como la de los anémicos hematíes del bravo pueblo sometido –clap mediante- a una dieta de pasta, arroz, algún otro ítem curioso y 0tras proteínas, inalcanzables debido a costo y carencia. O como la que la violencia delictiva derrama con entusiasmo desbordante para ubicarnos entre los primeros del ranking mundial junto con los de muerte adulta, infantil y de recién nacidos por hambre, desnutrición, enfermedades, epidemias, falta de atención médica y sanitaria, poniéndonos en vilo ante cualquier coronaloquesea.
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Según Héctor Lavoe Todo tiene su final y para verlo no aspiramos acompañar a “héroes” triunfalistas si no a trabajadores adecuados para el cargo adecuado y no para una satrapía indigna.
Que no prometan lo que no van a cumplir, que se comporten decentemente sin insultar ni amenazar que, periódicamente, rindan “memoria y cuenta” del puesto que les asignó para ejercer y no para “perpetrarlo” como un delito cualquiera. Y unidos todos, con nuestras diferencias y similaridades, avancemos positivamente antes de que “el futuro nos alcance”.
Amarillo color de oro/ Azul de la azul esfera/ y Rojo que reverbera como la sangre del toro/
Digo con mi canto lo que yo aprendí en la escuela:
Bandera de Venezuela ¿por qué yo te quiero tanto?