Amarren a sus locos, por Simón Boccanegra
Se me ha informado que la Plaza Bolívar y, en particular, la inefable «esquina caliente» han sido devueltas a la ciudadanía. También los alrededores del Parlamento. De modo que ya pueden los diputados de la oposición caminar hacia la Asamblea sin temor de ser agredidos por la fanaticada, y el común de los mortales puede atravesar la Plaza Bolívar sin miedo a que le caiga encima una lluvia de insultos. Eso está muy bien. Pero ahora hay que amarrar también a ese locaje suelto que anda por allí, amenazando en sus propios hogares a algunas figuras del sector opositor, gritándoles improperios y sonando las motos con el acelerador a fondo. Nada de esto es espontáneo sino que responde a conductas de algunos grupos de choque por el estilo de los famosos «tomistas» de la UCV. Este minicronista no cree, por ello, que esto lo orquesta el Gobierno, pero está igualmente persuadido de que el Gobierno y sus partidos sí pueden meter en cintura a estos atorrantes. Hacerlo antes de que tome cuerpo la idea de «autodefensas» sería bien bueno para la paz. ¿Será necesario recordar que toda acción produce una reacción?