América Latina ante el shock de la pandemia, por Marino J. González R.
En el transcurso del mes de marzo de 2020 todos los países de América Latina empezaron a registrar casos de covid-19. Esto es, dos meses después de la notificación de China y un mes después del registro de los primeros casos en países europeos.
Una referencia de la velocidad en la que se ha propagado la pandemia, se puede tener al comparar la variación en algunos países de acuerdo con la base de datos de la Universidad Johns Hopkins.
Por ejemplo, los dos primeros casos de covid-19 fueron diagnosticados en Italia el 31 de enero. El 29 de febrero ya eran 1.128 casos. Al 30 de marzo el número de casos había aumentado a 101.739. En este momento Italia es el país con mayor número de fallecidos (11.591). En España, el primer caso fue diagnosticado el 1 de febrero. El 29 de febrero el número de casos había aumentado a 45. Para el 30 de marzo el total de casos reportados fue 87.956. En cuatro semanas el número de casos aumentó 100 veces en Italia y 2.000 veces en España.
Las diferentes velocidades de propagación están relacionadas con las capacidades de los sistemas de salud para detectar y aislar casos, así como identificar contactos y poner en práctica las rutinas de cuarentena y seguimiento.
En la medida que estas intervenciones sean más efectivas, la progresión de la epidemia puede reducirse. Es por ello necesario conocer las diferentes expresiones de la propagación, específicamente en los países de América Latina. El objetivo es precisar la capacidad de respuesta de los sistemas de salud ante la pandemia. Para este propósito es útil examinar la tendencia de la pandemia en cada país y comparar con la experimentada en países de referencia, por ejemplo, aquellos que hayan reportado casos con anterioridad.
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El primer país que reportó casos de covid-19 en América Latina fue Brasil (27 de febrero). Para la fecha, en la mayoría de los países de la región (17 de 20) han transcurrido más de 15 días desde que comenzaron a registrar casos. En todos estos países, con la excepción de Paraguay, el número de casos es superior al que tenían países de referencia (Italia, España, Corea del Sur, Japón, Singapur) en el día comparable de duración de la epidemia. Por ejemplo, los 4.579 casos reportados por Brasil en el día 34 de la epidemia (30 de marzo), son superiores a los 3.089 casos que tenía Italia el 4 de marzo (también día 34 de la epidemia en ese país). Los otros países de referencia tenían muchos menos casos que Italia en ese día.
Una situación similar se observa con Ecuador. Para el 30 de marzo, día 30 de la epidemia en ese país, el número de casos era 1.962, superior a los 1.128 que tenía Italia en el día 30 de la epidemia. Solo Paraguay, con 64 casos en el día 23 de la epidemia, tenía menos casos que Singapur (67 casos), que era el país con más casos en el grupo de referencia en ese momento.
En consecuencia, en números absolutos, 14 países de la región tienen más casos que lo experimentado por los países de comparación en duraciones similares de las epidemias nacionales.
Es evidente que la magnitud de la epidemia debe tener como referencia la población total de cada país. No es lo mismo 1.000 casos de covid-19 en un país de 10 millones de habitantes que en uno de 100 millones. Cuando incorporamos este ajuste, por ejemplo, en Argentina encontramos que la tasa de incidencia acumulada de covid-19 (número de casos por 100.000 habitantes), al 30 de marzo es casi el doble que la que tenía Italia en un período similar. En Chile la tasa de incidencia acumulada es 12 veces superior, en Ecuador 11 veces, y en República Dominicana 8 veces.
De acuerdo con lo anterior, los sistemas de salud de América Latina no contuvieron el aumento de casos en las primeras semanas de epidemia, como si se pudo hacer en los sistemas de salud de referencia, aunque en este grupo Italia y España experimentaron aumentos de casos muy superiores a los de Japón, Corea del Sur y Singapur.
El hecho de que la tasa de incidencia acumulada sea superior a la experimentada por los países de referencia, indica que, de mantenerse esa tendencia, también será mayor la población afectada. La implementación de las medidas de cuarentena tiene por objetivo evitar que siga aumentando el número de casos. Sin embargo, tal como ha sido la experiencia de Italia y España, los resultados no se manifiestan de manera inmediata.
En las próximas semanas, dados estos condicionantes, los sistemas de salud de la región experimentarán una mayor presión por atender pacientes, sean complicados o no complicados, pero también deberían fortalecer los equipos de seguimiento epidemiológico.
Esta medida es clave para que la reducción de casos se realice en el menor tiempo posible. Manejar este inmenso shock que representa la pandemia es probablemente el reto más significativo al cual se han enfrentado los sistemas de salud de la región en el último siglo.