Amnesia democrática, por Teodoro Petkoff
En la campaña electoral de 1988, del comando de CAP se filtró la noticia de que su plan económico contemplaba, entre otras cosas, la eliminación del control de cambios, con la consecuencial devaluación. Pérez fingió montar en cólera. Echando sapos culebras dijo que eso era una mentira, un ataque contra él y su partido.
Como se supo, no era mentira y fue una de las primeras medidas tomadas por su gobierno. Pero lo singular fue que a propósito de eso, Eduardo Fernández, quien era candidato de Copei, declaró reivindicando la condición “revaluadora” de los copeyanos frente a la “devaluacionista” de los adecos. Sin embargo, su programa económico también contemplaba la eliminación del control de cambios con su consecuencia devaluacionista. Ambos confiaban en que los programas electorales no los leía nadie y, por tanto, se podía hablar impunemente. Este estilo político de mentirle al pueblo, de engañar con un doble discurso, mucho tuvo que ver con la decadencia y descrédito de esos partidos políticos y está en la raíz de la reacción nacional que aceptó a Chávez para salir de unos partidos de los que el país estaba harto, precisamente porque ya los había cazado demasiadas veces en esas trapacerías marramucias.
Oyendo a Henry Ramos Allup y a otros jefes adecos justificar su lenguaje vitriólico de estos días contra el CNE vienen a la memoria tantos y tantos episodios semejantes a este. Ya los adecos deberían saber que los venezolanos no son estúpidos que si tienen memoria. El 6 de agosto, hace apenas mes y medio, AD organizó un acto, en su sede nacional en La Florida, que llamó ARDE (Acción Revocatoria Democrática Electoral), cuyo propósito, según anunció Ramos Allup, era «Sortear todos los defectos que se han detectado en la primera recolección de firmas» (El Universal, 6 de agosto). Entre esos defectos, el Secretario General de AD, señaló la defectuosa redacción del texto al pie del cual se había firmado durante El Firmazo. “Explicó el vocero que AD había adelantado consultas con distintos juristas a fin de asegurarse que el encabezado de la planilla donde se estamparán las rúbricas cubra todos los extremos legales para evitar recursos de impugnación por parte del oficialismo” (El Universal, 6 de agosto). En El Nacional (6 de agosto), dice Ramos Allup que “la nueva planilla tiene una pregunta que salva los eventuales defectos de la anterior porque lo que queremos es estar preparados para que a nadie lo agarre el catarro sin pañuelo”. Más aún, en esa oportunidad AD manifestó su desacuerdo con la entrega de las firmas que se anunciaba entonces para el 20 de agosto.
“A nuestro entender, si se entregan las firmas el 20 de agosto eso podría retrasar el revocatorio porque podrían pasar dos o tres meses para que se decida si son válidas…” O sea, pues, que AD sabía que El Firmazo presentaba lados flacos y se preparaba para recoger firmas “blindadas”. Entonces, ¿Cómo es posible que el mismo partido que aceptaba aquellos cuestionamientos hasta el punto de lanzarse a una recolección por cuenta propia pueda atacar de manera tan desconsiderada al CNE y a su presidente, que no hizo otra cosa que decidir conforme a cuestionamientos que la propia AD consideraba tan válidos como para convocar su propio “firmazo” ? ¿Será, Dios mío, que los adecos también son como dicen que son los Borbones, que ni olvidan ni aprenden?