Amores que matan, por Simón Boccanegra
Desde su lecho de enfermo en Cuba Chacumbele le declaró su amor, otra vez, a la clase media venezolana. Hizo su profesión de afecto luego de ordenar a sus colaboradores investigar el trato que algunas clínicas privadas dan a sus pacientes. Esteban no es la primera vez que manifiesta su cariño por quienes conforman la clase media, sector social donde las simpatías hacia el proceso son escasas y, las que hay, van en retroceso. Desde enero, Chacu viene tratando de ganar seguidores en ese segmento social. Los primeros pasos los dio con la toma de edificios que estaban en construcción y donde sus futuros propietarios ya habían aportado dinero para la edificación de los mismos, pero el plazo de entrega se hacía eterno. Prometió culminar las obras rápidamente, pero en muchos casos siguen esperando. Parece que el amor no fue suficiente.
Chacumbele cree que con este tipo de declaraciones y acciones puede hacer olvidar todos sus anteriores pronunciamientos, sus loas a Marx, Lenín y Fidel. Sus críticas a la propiedad privada, al consumo, a la calidad de vida, al capitalismo. A lo anterior se agrega algo más importante para la mayoría de los venezolanos de ese sector social: la democracia, las libertades, algo que consideran y sienten como fundamental para poder tener una vida plena. No se trata de aspectos secundarios, como parece creer Esteban, sino todo lo contrario. En sus peroratas, con tono que pretende ser comprensivo, Chacu dice que quienes no lo apoyan no han comprendido sus buenas intenciones, las bondades de su proyecto. Gente confundida por la burguesía. Que equivocada, dice quien no comprende que los que no lo respaldan saben perfectamente qué es lo que quiere y están plenamente conscientes de que hay amores que matan.