AN pide justicia en el caso de Morella, mujer que pasó 31 años secuestrada en Maracay
Más de tres décadas pasó Morella secuestrada y bajo amenaza de muerte por Mathías Salazar, gran parte de este tiempo estuvo en un apartamento ubicado en el Conjunto Residencial Los Mangos en el estado Aragua
Este viernes 7 de enero la subcomisión de la Mujer e Igualdad de Género de la Asamblea Nacional presidida por la diputada Manuela Bolívar, se pronunció para exigir que se haga justicia en el caso de «Morella», una venezolana que pasó 31 años secuestrada por Mathías Enrique Salazar Moure. Hecho ocurrido en la ciudad de Maracay estado Aragua.
Durante una rueda de prensa Bolívar señaló que en este caso la víctima fue sometida a delitos de violencia sexual, privación ilegítima de libertad, violencia física y tortura, y que por ello el responsable no debe gozar de ningún beneficio judicial.
Aseguró que en este momento el «monstruo Salazar» se encuentra detenido por los cuerpos de seguridad del estado Aragua y se sospecha que Morella no fue su única víctima, sino que también mantuvo secuestrada a tres mujeres, entre las que estaría su hija.
La diputada aprovechó la oportunidad para denunciar la negligencia de las instituciones del Estado ante casos de violencia de género. Tal como le ocurrió a Morella, quien al escapar de su cautiverio y contar su historia a dos funcionarias del Instituto de la Mujer del estado Aragua estas no le creyeron, fue al hablar con una tercera trabajadora de la institución que fue escuchada y esta sí confió en lo dicho.
Manuela Bolívar explicó que gracias a un programa radial en el que se hablaba sobre los mecanismos con los que cuentan las mujeres para defenderse de situaciones de violencia, Morella conoció la institución gubernamental y este nombre se quedó en su mente hasta el día que logró huir de su victimario.
Para la parlamentaria está claro que la violencia de género no es un tema que le interese al régimen de Nicolás Maduro, y es que en lo que va de año 29 mujeres, entre ellas varias menores de edad, han sido asesinadas en Venezuela y hoy solo forman parte de las cifras de impunidad.
«No Queremos más Morella, queremos que exista un Estado de derecho que le permita a los venezolanos conseguir justicia y verdad», subrayó Bolívar, al tiempo que recordó que la violencia no distingue de género.
Por su parte la diputada Tamara Adrían, manifestó su preocupación por la reacción que ha tenido la sociedad venezolana al conocer el caso de Morella, y recordó que ninguna víctima es culpable de recibir «maltrato, violaciones y sometimiento».
Detalló que es necesario que como ciudadanos estemos conscientes de la gravedad de la violencia de género y pidió no seguir «invisibilizando» a las víctimas. En este caso Morella estuvo encerrada 18 años en un mismo lugar, y aunque se hablaba de que Salazar tenía una mujer encerrada en la vivienda nunca se hizo nada.
«Abramos los ojos y si creemos que tenemos al lado otra Morella hagamos estas llamadas correspondientes, ayudemos a que salgan de ahí», dijo Adrián.
Recordó que «la invisibilidad es el arma preferida de los violares de Derechos Humanos, sobre todo de los violadores de los derechos de la mujer. Durante años se consideraba que el tema de violencia basado en género en un asunto privado y que el Estado no tenía que meterse en eso porque era un problema de la pareja, que algo tenía que haber hecho esa mujer para merecer ese comportamiento y esos golpes».
Para Adrián ha sido la lucha de las feministas lo que ha permitido romper con estos estereotipos, que aún le queda mucho camino por recorrer y aclaró que «el feminismo no se opone a los hombres, se opone al machismo, a las masculinidades tóxicas que basan su poder en la violencia».
Las diputadas de las Asamblea Nacional recordaron que existen mecanismos para denunciar la violencia de género en el país, y pusieron a disposición su plataforma Dilo Aquí
Un calvario que comenzó en 1988
El apartamento no tenía sócates, cuando se ocultaba el sol quedaba a oscuras. Las cortinas eran gruesas, no podía hacer ruido y las pocas veces que los vecinos escucharon algo Mathías respondió que era la señora de limpieza.
Su captor, conocido por los vecinos como “el gordo Mathías”, no vivía con ella. La visitaba para darle de comer un menú que en todo ese tiempo no varió: arroz, huevos o lentejas, para abusar sexualmente de ella, amenazarla o propinarle severas golpizas. Si no accedía a tener sexo con él, la privaba de agua o alimentos.
Morella comenzó su relación con Mathías cuando tenía 17 años y él 23. La joven apenas había culminado el bachillerato.
“La golpeaba mucho, la amenazaba y la traumatizó tanto que ella tenía miedo de levantarse. En dos oportunidades él dejó unas llaves, que no eran las del apartamento, y ella intentó abrir la puerta, pero él al regresar se dio cuenta y las golpizas fueron brutales. Ella ya tenía miedo de hacer cualquier cosa y que él la matara”, contó a Crónica.Uno Óscar Hernández, sobrino de la víctima.
El 24 de enero de 2020 Morella, de 49 años, volvió a ver unas llaves en el apartamento mientras Mathías no estaba. Probó en la cerradura y, a diferencia de las oportunidades anteriores, estas sí abrieron. Escapó.
La madre de Morella falleció hace ocho años. Nunca perdió la esperanza de que su hija estuviera viva. Por eso jamás se mudó ni cambió el número telefónico. Su casa de Valencia era la única dirección que Morella nunca olvidó durante los 31 años de cautiverio.
En la comunidad era un secreto a voces que el “gordo Mathías” tenía a una mujer sometida en su casa, con todo, nadie denunció. En dos ocasiones algún vecino se atrevió a hablar con la policía y los funcionarios acudieron hasta el inmueble donde estaba Morella, pero las amenazas lograron que ella desmintiera la información a los efectivos, quienes se retiraban sin investigar más allá.
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