Anarquía y Gobierno, por José Antonio Gil Yepes
Una situación anárquica no sólo se trata de falta de gobierno sino también de otras instituciones o normativas y de quien las respete.
La anarquización de Venezuela ha tenido como simientes la mezcla inclusa de razas y la disparidad entre los fines propuestos por las dirigencias y la insuficiencia de medios para alcanzarlos. De allí los desempleados, empleos informales, sueldos que no alcanzan, abstención electoral y la búsqueda de mesías que nos salven de la incoherencia entre un país rico y ser pobre.
El último mesías fue Chávez: la gente estaba harta, pero no sabía que el remedio sería peor que la enfermedad. Chávez agravó la anarquía mediante la polarización y el odio de clases, bajo un manto de seda: el reparto de la riqueza evitando reducir la pobreza. Desaparecido el autócrata, aparece Maduro, sustituto preferido por intereses extranjeros por encima del sucesor natural, Cabello, y mediante dos elecciones cuestionadas por sus contendores, Capriles y Falcón.
El amortiguador del caos, se acabó por la destrucción de la producción privada, la caída de los precios petroleros, la aceleración de la corrupción y la tozudez del gobierno en no cambiar sus políticas.
Los resultados son tan catastróficos que un 80,2% de los venezolanos aspira a que este año cambie el gobierno.
Pululan las protestas y 54 países reconocen a Juan Guaidó como Presidente Interino, teniendo el país tres poderes públicos duplicados. Pero la anarquía alcanza también a la oposición ya que su enfoque por llegar al poder, en vez de acompañar a la gente, y sus divisiones internas no le han permitido aprovechar las debilidades del gobierno para cambiarlo; pastoreando nubes de Ayuda Humanitaria y eventos como el 30 de abril de 2019 se perdió la oportunidad de concentrarse en las elecciones (sin negociaciones) exigidas por el Comité Internacional de Apoyo en 90 días, para terminar ahora embaucados en una supuesta negociación promovida por los mismos noruegos que promovieron la de las FARC con el gobierno colombiano, ¡a pesar de que este último ya había ganado la guerra! Y el gobierno de Maduro feliz, comprando tiempo. ¡Pobre pueblo!
Directivo Datanalisis