Año eléctrico, por Laureano Márquez
Este año que comienza será un año eléctrico, porque no hay cosa que encienda más que la ausencia de luz: «Venimos de la noche y hacia la noche vamos», que decía el poeta. En medio de todo, el panorama en vez de complicarse, en cierto modo, se simplifica: Ya uno no se pregunta cosas como quién ganará las elecciones parlamentarias, sino si habrá energía eléctrica suficiente en septiembre para el funcionamiento de nuestro avanzado sistema electoral.
Tampoco si habrá guerra o no, sino si pelearemos a la sombra como Leónidas en Termópilas. Si cerrarán Globovisión, sino si tendremos dónde enchufar el televisor. Si habrá nuevas inhabilitaciones, sino si se podrá imprimir el listado de inhabilitados.
En fin, es un año complejo este 2010. Un año de equívocos. Para comenzar se equivoca uno escribiendo la fecha porque, acostumbrados como estamos durante 9 años a las unidades, comenzamos con las decenas y es inevitable que uno ponga 20010 en vez de 2010. Como el uno se parece a una jota es inevitable que uno lea el año como 2ojo.
Y con «dos ojo» habrá que andar con el tema de la inseguridad, porque si es verdad que la agarraron por los cachos, entonces seguro que lo que nos viene son atracos con pitones.
Numerológicamente tampoco la cosa pinta bien: la segunda mitad del año decrece el 50%.
Esto en términos de PIB no es bueno.
Sumado el dos más el uno nos da tres, o sea, que es tres lo que nos viene por mandato de los astros. Si en vez de sumar restamos obtenemos la unidad, lo que no deja de ser también contradictorio, pues se ha dicho que para lograr la unidad lo que se requiere es sumar (¿será que algo sobra?). Por otro lado, este año arribamos al 11º aniversario del actual gobierno, que comienza con uno y acaba con uno (la cifra). El rasgo distintivo del 11 es la repetición del uno, lo que hace que la gente comience a aburrirse y a plantearse cambios. Así que este año será un año de toma de conciencia y de fincas.
Hay que comenzar este año con esperanza. Estamos mal y vamos a ir peor, pero igual hay que tener esperanza, cada vez más gente, como diría SS Juan Pablo II, «despierta y reacciona» y el componente de libertad, democracia y progreso del alma venezolana no ha sido derrotado, dormita la siesta de los petrodólares. Cada vez hay más señales de que va renaciendo. La dignidad no ha muerto, estaba de parranda. Le damos al PCV la más cordial bienvenida al Club, saludamos con admiración y respeto a todos los que han sido privados injustamente de la libertad tanto en hospitales como en cárceles.
Desear un feliz año en estas circunstancias suena ridículo, es mejor desear que este año sea lo menos infeliz posible para todos.
Como ven, las razones para el pesimismo sobran, pero qué bueno es nadar contra la corriente. Se ve una luz al final del túnel, sí, es una gandola que viene de frente, pero la esquivaremos… Ni que fuera la primera vez…
Pa’luego es tarde, pa’lante es pa’llá…