Apagón económico, por Teodoro Petkoff
Lamentablemente, la torpe y equivocada política del régimen condujo a una zambullida de la actividad económica en el tercer trimestre de este año. Crecimiento negativo por segundo trimestre consecutivo. Entre Giordani, Alí y Merentes pusieron a Chacumbele a decir babiecadas al principio (aunque él puso las que le son propias e inimitables, como esa de que estábamos «blindados») y luego presentaron un «plan», del cual el Rey de la Pamplina Frita, Giordani, se jactó de que no era un «paquete», y, por lo mismo, inevitablemente, tenía que producir el resultado obtenido.
Si estos tipos no estuvieran tan llenos de complejos y no le temieran tanto a las palabras («paquete» los aterra) hubieran presentado un verdadero paquete de medidas, dirigidas a hacer frente a la desfalleciente economía nacional. En su lugar presentaron una lista de lavandería de medidas descosidas e incoherentes, cuyo único y gran objetivo «estratégico» era… ¡reducir la tasa de cambio paralela a 60% sobre la oficial! ¡Tronco de política económica! Al día siguiente, la «derecha endógena» (Jesse y Diosdado) sustituyó en el proscenio a Los Tres Chiflados, y anunció unas carantoñas al sector privado, que, desde luego, no podían sino estrellarse contra la muralla del feroz discurso «anticapitalista» de Su Excelencia, Bolívar Reencarnado y del hiperquinético señor Samán cerrando negocios.
Esto no tiene vuelta de hoja. Como con la luz, con la salud, con la inseguridad y con el agua, este muerto económico no se lo pueden echar a otros. Ya en el tercer trimestre de 2008, antes de que quebrara Lehman Brothers, nuestra economía comenzaba a desfallecer.
En el segundo trimestre de 2008 el PIB había crecido 7,2; en el segundo, descendió a 3,8; en el cuarto a 3,5.
El rumbo era claramente hacia el sótano. En el primer trimestre de este año, se registró un «crecimiento» de 0,5% y ya en el segundo y el tercero el submarino se hundió: -2,4 y -4,5.
Hasta Giordani puede entender que la insuficiencia de inversión privada y la ineficiencia del sector estatizado (tanto el viejo como el reciente), unida ésta a la escandalosa corrupción existente en la administración pública, explican en muy alta medida el deslizamiento hacia abajo de la economía venezolana. Basta con leer el demoledor análisis de Víctor Poleo sobre la inversión que no se hizo en el sector eléctrico, simplemente porque la plata presupuestada se la robaron, para saber de qué hablamos. Después de once años de gobierno Giordani y Alí hablan de superar la economía rentista. Ya ni siquiera ese será el problema en el mediano plazo. Los tiros van por otro lado, lo cual requiere salirse de la repetición de los cómodos estereotipos tradicionales.
En 1974 el ingreso fiscal petrolero per capita fue de 6.530 dólares; en 2008 lo fue de $2.527 p/c. La renta petrolera va dejando de tener el poder dinamizador, a través del gasto público, que antes tuvo. El propio gasto público, ineficientemente ejecutado, asaltado por toda clase de pillos, fuera de todo control, disminuye su capacidad de actuar como motor de la economía. La política cambiaria, por su lado, basada en control y anclaje del tipo de cambio, aunada a controles de precios, es un mandadero incesante de inflación. En fin, lamentablemente para Chacumbele y el país, la economía no es como, por ejemplo, Diosdado, obediente y no deliberante. Se niega a cumplir las órdenes de Su Excelencia, Bolívar Reencarnado.