Apagones y más apagones en el interior del país, por Rafael A. Sanabria M.
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Se ha convertido en un calvario el día a día del interior del país por los apagones constantes y sin previo aviso. Nada se dice de cuál es la razón de los cortes eléctricos, si por ahorro o por fallas de generación.
Cortes precisamente durante las horas en que se hace el almuerzo o la cena. El problema eléctrico está azotando al pueblo, que ante la ausencia del gas recurre a una cocina eléctrica para preparar sus alimentos. Esos apagones no permiten hacer la comida y tienen que dejar de comer en hogares donde hay niños y ancianos, obligados a vivir tal maltrato.
De las autoridades no hemos recibido la primera explicación sobre el fenómeno. Es un silencio revienta tímpanos, de quienes tienen la responsabilidad de darnos explicaciones adecuadas.
Los cortes son dos o tres veces al día, sin medir consecuencias. El malestar es del pueblo en general. Lo curioso es que en Caracas y Miranda no se va la electricidad, ¿por qué? Será por aquello de: “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebras” o porque el gobierno tiene miedo de que se cumpla la frase del Himno: “Seguir el ejemplo que Caracas dio”. Señores autoridades, el interior del país también es Venezuela, no solo en elecciones.
El drama en Venezuela es grande, no sólo por la electricidad, sino por la profunda crisis política, económica y social que padecemos. La gente de a pie son los que más sufren este flagelo que cada día deteriora más su calidad de vida.
Según el gobierno los cortes eléctricos son un vil saboteo aunque ellos mismos no se lo creen. Hay quienes refieren que en Corpoelec hay escuálidos laborando, que serían los autores ¿será que tales empleados están de su cuenta sin supervisión? Para otros se debe a que se están utilizando muchas cocinas eléctricas y otros aparatos con elevado consumo de energía. Pero son opiniones sin argumentación ni la menor prueba, son respuestas automáticas siguiendo una línea política.
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El problema eléctrico no es un tema nuevo sino que desde hace años requería atención que no se ha prestado. Se ha tomado la situación a juego, desde decir una autoridad que cayó una iguana en el tendido eléctrico (inmadura aseveración que no resuelve la problemática aunque en medio de esta hipercrisis nos hace reír). Es insostenible buscar culpables afuera cuando los culpables están aquí mismo. Mientras no reconozcan que hay una profunda debilidad gerencial en la casta política que dirige el país, seguiremos colgándole nuestros problemas a otros.
Hace unos años el ministro Jessi Chacón recibió un buen presupuesto para mantenimiento eléctrico y ahora estamos peor ¿Qué pasó con ese dinero? ¿Qué pasó con el control y seguimiento que se debía tener al ministerio? ¿Funciona la Contraloría del Estado? Simplemente se comieron el dinero y el pueblo pagando las malas prácticas.
En la cuarta tuvimos graves errores que pagamos con creces, ahora en la quinta seguimos igual o peor. Es necesario aplicar el palíndromo “reconocer”, de lo contrario seguiremos echándonos la culpa unos a otros sin resolver nada. Está claro que carecemos de todo, que hemos ido perdiendo las conquistas de otros momentos históricos, pero no podemos perder también la dignidad, la herencia de ser Caribes libertarios, en la prédica y la práctica.
¿Hasta cuándo soportar tal vejación? Tantos errores, casi imposibles de creer, dan pie a pensar que fueron programados. No hay gasolina (en Venezuela, un escándalo) y nos la venden con matraqueros de por medio (con o sin uniforme) a precios espantosos. No hay gas (en Venezuela, más escándalo) y la gente recurre a cocinillas eléctricas.
Se ha reportado que el FAES entra en las casas a “decomisar” las cocinas (¿dónde las estarán vendiendo?) porque “consumen mucho” y hasta destrozan las instalaciones eléctricas. Y hay un ofrecimiento de leña para que entremos de la mano del gobierno al siglo XIX. El Estado fue convertido en un superbazar que vende toda suerte de cosas maravillosas a precios muy razonables, pero cuando queremos adquirirlos, después de trabas y colas: no hay, o mejor dicho sí hay pero te lo revende el compañerito tal que adquirió un gran lote.
Tal deterioro nacional ha sido producto del rotundo fracaso de una gestión, pero también aparenta ser –más bien– el éxito de un programado proceso de envilecimiento. Porque ha sido un sistemático caer y caer, tan claro y definido que no pareciera obra del azar. Pareciese que estamos sometidos al proceso degradatorio producto de una malévola sabiduría o quizás un atávico instinto cuasicaníbal, para llevarnos emocionalmente a la edad de piedra y controlarnos como tales.
Pueblo despierta, somos seres con existencia propia, no seres anónimos.
Yo, soy pueblo.
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