Aponte en mi lugar, por Laureano Márquez
Lo curioso de nuestro país es que aquí uno se puede morir de un atraco, de falta de atención hospitalaria, de un accidente por el pésimo estado de la vialidad, pero nunca de aburrimiento. Cada día que amanece, una nueva aventura nos espera.
Cuando uno cree que nada más absurdo puede acontecer, la realidad nos sorprende, como si García Márquez fuese el demiurgo de nuestra historia. Nos sorprendemos a nosotros mismos con cuentos que nos dejan estupefactos, patidifusos y anonadados, cosa que parece imposible en esta tierra nuestra donde toda contradicción tiene su asiento y nada ya debería asombrar. Hay una maldición china que reza: «ojalá te toque vivir tiempos interesantes» y a nosotros nos cayó. Pocos tiempos tan interesantes como estos, que usted, magistrado, viene a enriquecer.
Lo increíble del susodicho, es que la pregunta que sobre él nos hacemos todos, parte de sí mismo: «¿Por qué hablo yo ahora?» ¿Por qué magistrado?, la verdad. Porque, que yo sepa, el caso de los paramilitares de El Hatillo, por citar solo uno en el que usted denuncia haber sido presionado, fue en el año 2004. 2004, magistrado, vino luego el 2005, el 2006, el 2007, el 2008, el 2009, el 2010, el 2011 y por fin el 2012.
Fueron 8 años con sus 2.910 días y sus 70.080 horas, y usted ahí, magistrado, aguantado, aguantando las ganas de este día en que usted nos ratifica lo que sospechábamos: que se trataba de otra novela del equipo dramático del gobierno.
Magistrado, usted nos revela que no hay justicia en Venezuela, algo de lo que también teníamos como una tenue sospecha. Pero imagínese, lo afirma usted que ha sido magistrado todo este tiempo: «Le pedían favores y los ejecutaba», «en Venezuela se puede comprar la justicia», «el juez que no hiciera caso era removido del cargo», «yo recibía órdenes y si no las aceptaba quedaría afuera (sic)», «en Venezuela sí hay presos políticos y la orden es no soltarlos». Hay un principio jurídico para este conjunto de afirmaciones que usted ha hecho: «Confessio est regina probationum» o, en su versión castiza, «a confesión de parte relevo de pruebas». Y usted, además de ser parte, fue parte.
Ahora le viene duro a usted. Uno busca en «Google» y con apenas tres letras «ela» ya aparece su nombre completo. Solo Diosa Canales puede librarle de este protagonismo con la sorpresa que está preparando para estremecer a Venezuela o que Guillén concentre la atención revelando que ama de nuevo a Fidel. Mientras, dirán que la oposición fascista y golpista está detrás de todo esto y que usted es un agente encubierto. A veces pareciera que todo el gobierno, en verdad, pertenece a la oposición fascista y golpista.
Que se vendió al imperio por un puñado de dólares. Mientras tanto, como siempre, los gringos sabrán más de nosotros que nosotros mismos. Algún día, cuando desclasifiquen los archivos, se conocerá la verdadera historia. Es una pena que no la podamos escribir nosotros y de otra manera. Es una pena que la gente no hable a tiempo y que no pueda resistir el día de la primera presión. Quizá un día, magistrado, un día, amanezca de dignidad la cosa, porque nunca es tarde para decir, aunque todos se vendan y aunque todos traicionen sus ideas, «yo no». El «yonoismo» militante algún día cambiará esta historia. Mientras, vivamos la vergüenza de esto en lo que nos hemos convertido y asumamos la tristeza que nos toca… Aponte en mi lugar…