Aproximación al resentimiento social, por Simón Boccanegra
Desde luego que la PTJ debe ser felicitada por la rápida solución del homicidio de Federico Blohm. Lástima grande que la misma celeridad no haya sido puesta de manifiesto para apresar a los asesinos de los dos sobrinos de Guillermo Camacho. ¿Lo recuerdan? Es el mensajero de TalCual, cuya tragedia familiar ocupó nuestra primera plana hace unos pocos meses. Pero es que los sobrinos de Guillermo viven en uno de los cerros de Artigas. ¿A quién le importan? Los que se preocupan por el tema del resentimiento social encontrarían material de estudio en esa conducta policial que discrimina entre víctimas de primera y víctimas de segunda. ¿Qué puede anidarse en el alma de la gente más humilde cuando ve que el Estado se vuelve eficiente y solícito cuando se trata de las vidas y los bienes de quienes tienen o son famosos, y se comporta lento, desaprensivo, indiferente cuando se trata de la vida y los bienes de quienes no tienen o son anónimos? Desamparo, desesperanza, una resignación que pesa como plomo y que de repente estalla en el fogonazo brutal de los linchamientos. Son dos pesos, dos medidas.