Apuesta mayor, por Luis Martínez
Autor: Luis Martínez | @luisjosemart
Nuevo año, nuevas perspectivas y nuevos retos. El país inmerso en la peor crisis política, económica y social desde la llegada de Colón a nuestras costas y el gobierno empeñado en imponer y consolidar un régimen inviable lleno de antecedentes preñados de fracasos. Ante esa realidad el nuevo año se vislumbra complicado y duro, pero a la vez, esa misma situación genera suficientes condiciones para desatar fuerzas en pro de un cambio.
Si analizamos las premisas que marcan la gestión del gobierno, conseguimos en lo económico: alta inflación con decrecimiento, combinación letal para la estabilidad económica de cualquier país del mundo, lección tan aprendida en el globo que prácticamente no existe país distinto a Venezuela que sufra de ese mal. Destrucción del aparato productivo del país, vaya si lo han logrado, hoy es muy poco lo que se produce internamente y la dependencia alimentaria y médica del exterior es tan grave, que comenzamos a tocar extremos de hambrunas desconocidas para los venezolanos, emulas de las vividas en algunos países africanos en el siglo pasado. Implementación vil de una política de dependencia hacia los sectores de menores recursos, imbuidas de populismo, con las denominadas bolsas alimentarias que no son productos de una circunstancia, sino parte de un plan con el objeto de controlar políticamente a gran parte de la población; política que hasta ahora no ha logrado permear a la mayoría del país que se resiste a tal dependencia. Todas estas políticas son implementadas en un entorno de inseguridad personal que estimulan mediante la impunidad y una especie de anarquía dirigida que igualmente estimula la corrupción y delitos de distinta estirpe. El problema para el gobierno es que esas políticas se le están hiendo de las manos. Por todos lados la impaciencia pasa de un descontento manifiesto en círculos pequeños, comentarios de carritos o cafetín, a acciones de hechos violentos, saqueos de comercios, fundos, camiones y llega hasta Pdvales y Mercales. De igual manera se manifiesta en protestas de empleados públicos, trabajadores y asalariados que ven como se les esfuma lo que ganan sin poder cubrir la más mínima necesidad de hambre que tienen sus familias. Es una situación explosiva con un gobierno que juega con el tiempo que la gente ya no tiene y que lo pone al borde de la cornisa.
Ante ese panorama, se abre la posibilidad de transitar caminos seguros para todos que permitan generar condiciones de paz, electorales, democráticos y constitucionales a través de la mesa de negociación instalada en República Dominicana. No sabemos si a estas alturas ha resultado en algo concreto, pero lo que si podemos decir es que existe una urgente necesidad de que esta tenga éxito y que los posibles acuerdos se cumplan al pie de la letra, pues de esa manera no solo el cambio democrático y la transición serian seguros, sino también quienes desde el gobierno pretenden continuar en la lucha política. Minar esa vía es apostar a la anarquía, la incertidumbre y agravamiento de la grave situación que sufre el país. Mientras más rápido se llegan a acuerdos. Mientras más rápido abordamos el proceso transitorio, mucho más rápida será la recuperación del país. Para la mayoría de los venezolanos esa es la apuesta mayor.
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