Apuntes para un glosario, por Carolina Gómez-Ávila
Permítame proponerle un segundo vistazo a términos que usamos con mucha frecuencia cuando conversamos sobre la situación del país. Los matices son importantes; de ellos se aprovechan los manipuladores y, de vez en cuando, vale la pena desandar un par de pasos en el debate para aclararle a su interlocutor a qué se refiere, en vez de dar por sentado que hablan de lo mismo. A lo mejor así puede cerrar algunas discusiones que hasta ahora no le han dado resultado y que le restan energía en su lucha por el retorno a la democracia.
Elecciones: proceso para elegir a un representante por votación popular. Dicho así, sin adjetivos, no hay garantías de nada. Puede ser controlado por una de las partes y puede implicar manipulación, ilícito y/o fraude.
Elecciones libres y justas: Lista de condiciones avaladas por los países democráticos del planeta, que incluyen exigencias con respecto al voto propiamente dicho, a las candidaturas, a los partidos políticos, a la campaña y especialmente al Estado, lo que hace imposible su realización sin Poderes Públicos independientes (o sea, en situaciones que llamamos dictadura) porque el proceso estaría controlado por una de las partes.
No diga «elecciones» cuando se quiera referir a «elecciones libres y justas» y no deje de decir «elecciones libres y justas» cuando exija «elecciones» en Venezuela.
Necesidades urgentes del pueblo: esas que tenemos todos los días, incluya los servicios fundamentales que son electricidad, agua, transporte (sí, aquí va la gasolina) y acceso a alimentación, salud (esto incluye atención médica y medicinas) y educación adecuadas. Por supuesto que para tener alimentación, salud y educación adecuadas, usted requiere un salario adecuado, así que la necesidad de un sueldo digno está entre las necesidades urgentes del pueblo.
Emergencia Humanitaria Compleja: esto es lo mismo que decir que todas las necesidades urgentes del pueblo están insatisfechas culpa del Gobierno. Según la FAO (ONU), las Emergencias Humanitarias Complejas tienen su origen en una crisis política, por lo tanto su solución es única y exclusivamente (permítame subrayarlo, única y exclusivamente) política.
No se queje de esta o aquella necesidad urgente del pueblo, ni siquiera de todas ellas en conjunto -aunque razón, no le falte-, quéjese del Gobierno que las produjo y las mantiene.
Protestas por las necesidades urgentes del pueblo: Esas que se multiplican por miles (dividiendo nuestra fuerza) en cada parroquia del país. Unas por luz, otras por agua, otras por pensiones, otras por salarios dignos, otras por medicinas y así hasta la náusea. Todas están dirigidas al Ejecutivo nacional, que es una forma de legitimarlo; todas son inútiles porque son producto de decisiones que él mismo ha tomado a plena conciencia.
Protestas por la Emergencia Humanitaria Compleja: Son directamente contra el Gobierno y se traducen en apoyo a la coalición democrática para que lidere una solución a la crisis política que la produjo.
No estimule protestas inútiles por necesidades urgentes del pueblo, enfoque su energía en protestar por la Emergencia Humanitaria Compleja y apoye a la oposición al Gobierno en sus acciones para solucionar la crisis política, de modo que podamos comenzar el largo camino que habremos de recorrer para su solución.
Crisis política: Es lo que sucede cuando la oposición le discute el poder a quien lo ejerce. Si quien lo ejerce lo hace de facto, la crisis política tiene dos tipos de soluciones: una es por las armas, pero esa sólo está en manos de quienes tienen armas, que son quienes ejercen el poder de facto u otros países. Por cierto, los 59 países del mundo libre que apoyan a la coalición democrática, hasta ahora no las han querido usar y se han pronunciado por la otra vía. La otra vía es política y democrática: elecciones libres y justas.
Ya que usted no tiene armas ni puede influir en quienes las tienen, proteste pidiendo elecciones libres y justas, ahora que sabe que las necesidades urgentes del pueblo no serán atendidas por el Gobierno actual que es el causante de la crisis política.
Negociación: es lo que pasa cuando ninguna de las partes que compiten por el poder puede deshacerse de la otra con los recursos de que disponen. Es decir, cuando no bastan las armas (¡sí, a veces no bastan las armas!) ni se puede convocar a elecciones libres y justas. ¿En manos de quiénes está una negociación en estos casos? Podría no estar sólo entre las partes. Digamos que la coalición democrática asistió a varios procesos de negociación donde fue burlada por el grupo en el poder, entonces la coalición le cedió su puesto en la mesa de negociaciones a la comunidad internacional. Lo que pasa es que la comunidad internacional no se sienta a conversar ni permite que se burlen de ella, sino que aplica sanciones graduales que pueden parecernos lentas pero son implacables. Y esas, no tienen retroceso hasta que haya elecciones libres y justas.
Constitución: Lo único que puede esgrimir como oferta de negociación la coalición democrática y el pueblo de Venezuela cuando algún oportunista le ofrezca una fórmula parcial y tramposa. Por ejemplo, a la propuesta “negociemos un CNE balanceado, 2 demócratas, 2 gobierneros y uno imparcial” usted, si es demócrata, responda: “no, no negociamos nada de eso porque esa negociación ya la tuvimos en 1999 y se llama artículo 296 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela donde está muy claro que el Consejo Nacional Electoral estará integrado por cinco personas no vinculadas a organizaciones con fines políticos, tres postulados por la sociedad civil, una por las facultades de ciencias jurídicas y políticas de las universidades nacionales y una por el Poder Ciudadano, y donde deja esa designación en mano de la mayoría calificada de la Asamblea Nacional”.
No pida una negociación que ya no está en sus manos ni en la de los políticos de la oposición democrática, sino en las de la comunidad internacional. Pida Constitución para tratar de presionar en favor de un resultado que sea sostenible.
Elecciones presidenciales: Las que debieron darse de manera libre y justa en 2018 pero fueron convocadas por un órgano írrito y violando todas las condiciones que le hubieran dado el calificativo de “libres y justas” el 20 de mayo de 2018, razón por la cual la oposición democrática desconoce el resultado de esa fecha y declara como usurpación el ejercicio del Ejecutivo a partir del 10 de enero de 2019.
Elecciones parlamentarias: Las que deben ser convocadas este año, según la Constitución, siempre y cuando sean libres y justas. Lo cual las pone de segundas en la lista de importancia, detrás de las adeudadas presidenciales.
No pida elecciones parlamentarias sin elecciones presidenciales. Las primeras nos las deben, las segundas tocan este año. Aceptar las segundas sin las primeras implica legitimar el fraude de 2018.
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Sin importar cuánto nos gusten, estas pocas definiciones pueden ayudar a encuadrar un debate terco y mal enmarcado que se da entre la gente común. No, no es lo mismo decir elecciones que decir elecciones libres y justas, no es lo mismo hablar de negociación que de constitución; no, no puede hablar de solución armada quien no tiene armas; no, no pueden hacer nada sobre las sanciones quienes no deciden las sanciones.
Espero que se dé cuenta de la cantidad de discusiones estériles que hemos estado teniendo últimamente y entienda que son inducidas para confundir a la opinión pública y para que el pueblo adelante protestas que (no me cansaré de lamentarlo) son inútiles y refuerzan a quien dicen adversar.
Porque la única protesta legal, legítima ¡y útil! de un pueblo pacífico, desarmado y democrático en las calles, es la que exija elecciones libres y justas, ¡presidenciales y parlamentarias!, mientras observa cómo la comunidad internacional toma las medidas que crea convenientes (sanciones u otras imprevisibles) hasta que el grupo en el poder se haga a un lado y podamos solucionar la crisis política que produce la Emergencia Humanitaria Compleja, lo que permitirá emprender la solución de las necesidades urgentes del pueblo. Es en ese orden. No hay otro.