“Aquí la vida es dura también, pero mientras uno sea trabajador no pasa necesidad”
Ni el frío, ni el hambre, ni la posibilidad de morir en la travesía han detenido a los migrantes venezolanos que, sin dinero para viajar en transporte, salen a pie hacia Colombia, Perú o Ecuador a buscar una vida digna. El Pitazo recogió, vía Whatsapp, el testimonio de un guariqueño que decidió “no regresar a Venezuela a pasar calamidad”
Autor: María Del Nogal | El Pitazo
Franklin Estrada es oriundo del estado Guárico y era un residente de Guarenas. Decidió salir del país por Cúcuta para buscar un trabajo que le permita mandarle ayuda a sus tres hijos y su esposa, como miles de venezolanos en el último año. Se fue en compañía de un amigo, padre de familia como él. Al llegar a Cúcuta se fijó en la multitud de personas que salían a pie rumbo a Ecuador, con destino Perú. Vio hombres, mujeres, niños, y se unió a ellos.
“Si ellos pueden, yo también”, se dijo, con la claridad que da saber que no contaba con el dinero suficiente para tomar un autobús y con la determinación de quien no quiere regresar a “seguir pasando calamidades”.
“Después de todo, ¿Quién te presta 300 dólares para hacer este viaje? Nadie. Tenía que avanzar, igual que los otros”, dijo Estrada.
Recorrió a pie unos 230 kilómetros en cinco días. Durante el viaje hacia la frontera colombo-venezolana se enteró de que las autoridades de Perú y Ecuador impusieron restricciones a la entrada de venezolanos a esas tierras. Entonces decidió irse a Bogotá. En el camino de Cúcuta a Bogotá supo de una oportunidad de trabajo en la cosecha de café de una finca en El Socorro, en el departamento de Santander, y decidió probar suerte. Se propuso ir después a la capital colombiana. De allí, quizá, a Perú. Regresar a Venezuela no era una opción, ni para él ni para su amigo.
Para Franklin el reto era doble, porque tiene una prótesis en la pierna derecha. Pero decidió seguir adelante por sus hijos, por su esposa, por su familia, por sí mismo.
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