Aquí, pensandito mal; por Simón Boccanegra
No quiero ser malpensado, pero todavía no salgo de mi asombro cuando leo que los argentinos de Techint le sacaron la bicoca de 1.980 millones de dólares al gobierno de Chacumbele por Sidor. Mi estupefacción crece de punto cuando leo que los españoles del Santander lograron que Chacumbele les pague nada menos que l.050 millones de dólares por el Banco de Venezuela. Digo que las cifras espelucan porque el propio Chacumbele decía que la siderúrgica no valía más de 800 a mil millones. ¿Cómo fue que llegaron a casi dos mil millones? Del Banco de Venezuela se sabía que Víctor Vargas lo tuvo más o menos negociado por unos 700-800 millones, lo que quiere decir que por ahí debía andar su precio. ¿Cómo creció hasta más de mil millones? Si no fuera porque uno sabe que muchos de los mayores caimacanes del chacumbelato no son propiamente angelitos serenados, podría este minicronista autoacusarse del pecado de pensar mal. Pero no tengo dudas de que para tratar de entender estos negocios es indispensable pensar mal. Es la única manera de acertar. ¿Hubo comisiones de por medio? ¿Dio algo Techint para asegurarse «pronto pago»? Santander, que está vendiendo activos por todas partes y que quería salir del Venezuela, ¿arrimó algo cuando vio que la negociación iba rumbo al limbo? En el supuesto de que haya habido delitos, ¿habrá delincuentes? Sin duda que el eficiente y diligente contralor de la República dentro de poco proporcionará al país información veraz sobre estos casos capciosos.