Aristóbulo le mete a la economía, por Simón Boccanegra
Aristóbulo se quitó de malos ruidos y se abrió de capa: el control de cambio llegó para quedarse y durará lo que dure el gobierno. Razonó que se trata de una medida política y no económica y que si lo levantaran el gobierno se cae porque no quedaría ni un dólar en el país. Interesante confesión. Primero, Aristóbulo se fía muy poco de la estabilidad del gobierno. Se entiende de sus palabras que el gobierno es tan inestable que una brisita se lo llevaría en los cachos de desaparecer el escudo protector del control de cambio.
Lo cual, en segundo lugar, explica por qué se trata de una medida política y no económica. Una medida dirigida a proteger el gobierno. La verdad sea dicha: Aristóbulo tiene razón. Lo que no se sabe es cómo habrán caído estas declaraciones entre sus compañeros. Pero Aristóbulo no se pasea por la cuestión de fondo. El problema con los controles sobre el tipo de cambio es que apenas instaurados inmediatamente aparece un mercado negro, en el cual el tipo de cambio anda por encima del controlado, con lo cual se genera una presión permanente sobre este último (la economía comienza a funcionar más con el paralelo que con el controlado), que cada cierto tiempo obliga a nuevas devaluaciones. Bueno, ya lo estamos viendo. Aristóbulo parece creer que el control de cambio es inocente.
Pues no lo es. Aparte de lo señalado, la corrupción que lo acompaña, como la sombra al cuerpo, no es el menor de los males que le son proverbiales. En Venezuela tenemos una gran experiencia al respecto. Por ejemplo se dice que por cada dólar controlado otorgado se pagan 14 bolívares adicionales. Al calor de las distintas veces que se ha implantado ese control, han florecido fortunas enormes. Ya tenemos unos cuantos boliburgueses que se hicieron ricos con Cadivi y el control. Lo que Aristóbulo, en el fondo, dijo es: «Tranquilos, la manguangua sigue».