Así son las cosas, por Simón Boccanegra
Quince muchachos de Guasdualito, huyendo del desempleo, del hambre y, tal vez, de los narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares que tienen tomada la región, se presentaron como voluntarios al Ejército. La circunscripción militar que les corresponde tiene su sede en San Cristóbal y ante ella fueron los chamos. Pasados unos días, durante los cuales debieron alimentarse con los pocos churupitos que llevaban en los bolsillos, un sargento los reunió y sin mayores preámbulos les espetó: “Miren, muchachos, devuélvanse pa’ su pueblo porque aquí no tenemos comida”. ¿Cómo va a haber comida para la tropa si el comandante del Ejército, general García Carneiro, ahora de lo que se ocupa es del negocio de Mercal, institución que pronto hará recordar a Porcomercadeo como un dechado de eficiencia y pulcritud? Pero, así están las cosas en la comarca castrense. Pelotones, compañías y batallones están incompletos, algunos hasta con menos de la mitad del personal. Paradójicamente, no hay plata para la comida de los reclutas, pero cuando llega cubre los gastos de los mil hombres de un batallón. Si no los tiene, como es el caso, ¿qué se hace ese dinero? En tiempos de Gómez hablaban de unas tales “imaginarias”.