Asistencia, desarrollo y pacto político, por Luis Francisco Cabezas
Twitter: @luisfcocabezas
Siendo mi último artículo del año, no pretendo hacer balance político ni predicciones sociales o económicas, 2021 podría resumirse en que sin ser un maravilloso año fue bastante mejor que su par más vetusto. En estas líneas quisiera más bien hacer mi lista de deseos para el año venidero, todos aspiramos un mejor país, recuperar la institucionalidad democrática y las libertades que propicien el concurso de unos y otros en la generación de empleo y en el rescate de las agendas de desarrollo.
También aspiramos que cese la conflictividad, que se recuperen las buenas maneras del ejercicio de la política y que se consoliden espacios de negociación para discutir sobre las soluciones a los problemas que más afectan al pueblo venezolano. Todos estos anhelos pasan por una obligatoria tarea, el mutuo reconocimiento y el pacto de no aniquilamiento o más bien el acuerdo de encontrar maneras civilizadas de resolver las diferencias políticas.
Todo parece indicar y si la pandemia lo permite, que 2022 será el primer año en que nuestra economía no decrecerá, eso no obedece en estricto sentido a medidas gubernamentales o a un plan de recuperación económica que así lo hayan propiciado, pareciera más bien que el propio sistema económico apalancado en la dolarización de facto que vivimos, encontró maneras de mover sus fuerzas.
Dejar de caer no debe hacernos olvidar que aún estamos en el hoyo, hace falta mucho más que un año sin números rojos para volver a alcanzar la senda del desarrollo, sin embargo, ello no debe suponer el abandono de las agendas que permitan la recuperación de las capacidades perdidas.
Debemos comenzar a caminar en dos vías, mitigar el impacto de la emergencia humanitaria compleja que sigue instalada, pero también identificar nichos donde promover desarrollo, la consigna debe ser asistencia y desarrollo.
Nada de esto será posible si no se le da viabilidad política, allí vuelve a cobrar relevancia la necesidad de construir acuerdos por la gente, no atados a los vaivenes de la contienda política, por ejemplo, suspender vuelos humanitarios por un impasse diplomático, es una reacción política que termina afectando a los más débiles, las personas deben dejar de ser vistas como armas arrojadizas, bastante es su sufrimiento.
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Nuestra emergencia tiene la particularidad de no ser generada por una guerra o desastre natural sino más bien generada desde el propio gobierno político, ha sido de lenta instalación y donde la corrupción ha jugado un rol protagónico, razón por la cual es necesario buscar salidas políticas que permitan poner freno a las causas iniciales de la emergencia, y que no son precisamente las medidas impuestas al gobierno venezolano, aunque es válido decir que estás contribuyeron a magnificar el daño, además de proveer una narrativa que mitigase las responsabilidades de los verdaderos causantes.
Finalmente, quienes aquí vivimos, quienes vemos la emergencia humanitaria de cerca y quienes propiciamos espacios para buscar salidas negociadas, institucionales y pacificas a la conflictividad política, no dejaremos de tener mucha tarea en el venidero año 2022, la emergencia no ha cesado, por el contrario, se ha acentuado y eso supondrá redoblar nuestros esfuerzos, paciencia y disposición para alcanzar las metas, es necesario poner a la gente que sufre en el centro, no hacerlo será defraudar a millones de venezolanos que esperan mucho más de sus dirigentes.
Luis Francisco Cabezas G. es Politólogo. Máster en Acción Política, especialista en Programas Sociales. Director general y miembro fundador de Convite A.C. También es Fellow Ford Foundation y Fellow Ashoka
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