¡Ay, Caracas, quien te vio y quien te ve!, por Simón Boccanegra
Llega Caracas hoy a los 435 años. Epicentro de los grandes dramas nacionales, lo que no pasa en Caracas es como si no pasara. Lo dice el himno: seguid su ejemplo, porque hace dos siglos fue de aquí de donde partió la poderosa onda liberadora que acabó con el imperio donde nunca se ponía el sol. Pero Caracas es hoy una ciudad menguada. Dolorosa expresión de un país empobrecido, vista desde arriba, para la mitad o más de sus pobladores, la ciudad es un espejismo, brillante y verde; pero recorrer sus viejas calles del centro o sus bulevares del Este y el Oeste, nos sumerge en una realidad que aturde y desconcierta. Realidad cuyo emblema más punzante es el de las legiones de niños harapientos que deambulan por sus avenidas y duermen sobre las aceras. Mendigos, ladronzuelos, huelepegas, sin hogar y sin escuela, son ellos la atroz resaca de una sociedad desigual e injusta y un reclamo viviente a quien hizo de la atención y el cuidado de esos pequeños seres la principal de sus ofertas y luego, como con tantas otras cosas, no supo qué ni cómo hacer para materializar su preocupación y terminó rindiéndose ante el desafío. ¿Qué ejemplo puede dar hoy Caracas?