¡Ay, Trinidad, Quién te viera y quién te vio!
¿Qué le pasa a Trinidad Jiménez, la nueva ministra de Relaciones Exteriores de España? Apenas en unos días de ejercicio del cargo ha logrado la improbable hazaña de reivindicar al inefable Moratinos, alias «Desatinos». Trinidad ha cogido la manía, de modo absolutamente gratuito, porque nadie se lo está pidiendo, de tratar de demostrar ante el Parlamento de su país que en Venezuela no existen presos políticos.
Este minicronista conoce personalmente a la ministra y puede asegurar que no ha habido ocasión en que conversando con ella, tanto en Madrid como en Santiago de Chile, Doña Trini no se haya expresado en los términos más duros y críticos respecto del gobierno de Chávez. Ahora, sin embargo, le sale de fiadora. Sus argumentos sobre la inexistencia de presos políticos venezolanos equivalen a que en tiempos de Franco se hubiese aseverado que en España no los había porque todos los que estaban en la cárcel habían sido juzgados y condenados por los tribunales. De hecho, hasta los fusilados de Burgos lo fueron previa sentencia de un tribunal. Para Trinidad Jiménez, pues, basta con un juicio para que la condición de preso político se desvanezca. Trinidad no parece percibir que hasta los tribunales de Franco eran más independientes que los de Chávez y que aquí las sentencias se dictan para complacerlo. Aquí han sido detenidos, juzgados y condenados varios compatriotas por razones políticas y eso es lo que define su estadía en las cárceles. Entre otras, son estas inconsecuencias las que están llevando al PSOE a una inexorable derrota electoral. Aquí en Venezuela votantes tradicionales del PSOE se sienten abandonados por su partido y están volteando hacia otro lado.