Bien por la MUD, por Simón Boccanegra
En el acto de la MUD de ayer, su coordinador, Ramón Guillermo Aveledo, leyó una profesión de fe democrática y unitaria que todavía debe estarle ardiendo a los fanáticos del continuismo. El acto mismo, su puesta en escena, como se dice, constituyó, en sí, una demostración de fuerza y unidad. La presencia de todos los dirigentes de la Mesa, de todos los gobernadores y alcaldes, de los dirigentes de los partidos y de muchos de los candidatos para las elecciones primarias, en un ambiente distendido y cordial, dio la idea cabal de la tremenda fuerza popular que se ha venido acumulando tras la MUD, espoleada por el esfuerzo de sus componentes. Ese es el camino de la victoria. El éxito organizativo y logístico que ha significado el proceso llevado hasta ahora ha creado un ambiente de confianza y seguridad en el triunfo, que no es triunfalismo sino la serena convicción de que el país está mal, peor que nunca, pero que la fuerza que puede enderezarlo ya no es una ilusión, un delirio, sino que cada día da muestras de mayor consolidación y fortaleza. Lo hecho hasta ahora, al consolidar la Mesa, colocarla firmemente sobre sus patas, sin desequilibrios entre ellas, controlando las tendencias a la dispersión, es ya un logro de altos kilates.
Súmese a eso la organización de las primarias, que tienen fecha, comisión electoral nacional y regionales, reglamento y candidatos, que no están destruyéndose entre sí, sino llevando adelante un sobrio torneo democrático, y se tendrá el cuadro más o menos completo del proceso que ha ido construyendo la fuerza electoral necesaria para ponerle término a esta pesadilla que ya dura casi catorce años. Vamos bien y todo el mundo tiene que meter el hombro. Este es un esfuerzo colectivo, para derrotar su expresión contraria, la del destructivo personalismo que ha caracterizado al actual gobernante.