Bienvenida al Presidente en Maiquetía, por Teodoro Petkoff
No, esta foto no es del sábado pasado. El que aquí desciende por la escalerilla del avión no es otro que Carlos Andrés Pérez, el hombre de quien fue clonado Hugo Chávez Frías. CAP también amaba la bulla de las grandes concentraciones y también gustaba dar a sus incansables recorridos por el mundo una connotación triunfalista. Cómo Pérez, Chávez se siente un César que retorna a Roma a la cabeza de sus invictos legionarios. Como Pérez, Chávez no puede regresar sin alharaca. Pone un huevo y lo cacarea. Es parte del show del poder. Pero cuando se preparan estas cosas, o se hacen bien o no se hacen. O se hace una gran concentración popular, que realmente impresione, o mejor es llegar sin mucho ruido. Porque lo del sábado fue lamentable para el gobierno. En lugar de una demostración de fuerza, hubo una de debilidad. En lugar de masas entusiastas y fervorosas, ejército popular con mentes y corazones inflamados por una gran causa, lo que había era un escuálido grupo de 2.500-3.000 personas, muchas de ellas muy tomadas, y a las que hasta aplaudir les costaba trabajo.
En lugar de una hora de retos y bravatas, esta debería ser una de examen descarnado. ¿Qué le está pasando al soberano? ¿Qué tiene el soberano, que ya da claras muestras de aburrimiento? El sábado envió un mensaje: no le está viendo el queso a la tostada. Mucho hablar y poco hacer. Es el soberano quien da y quita la gloria. Pero, esta pasa. No hay nada más efímero que ella; si no es alimentada con victorias y logros, se desvanece, porque, en el fondo, no es más que humo. ¿O será que es el MVR, en capilla ardiente desde hace unas semanas, el que está mandando señales? Si está condenado, ¿por qué habría de movilizarse y movilizar al pueblo? ¡Que salgan García Ponce y Pablo Medina al frente de sus mesnadas a cantar la gloria del Gran Caminador!