Blablabla, por Simón Boccanegra

Ahora si se montó la gata en la batea. Chacumbele anuncia que su gobierno se dispone a entrar en la carrera espacial. Es la segunda vez que habla del tema. Por allá por 2001 o 2002, habló de la construcción de una base de lanzamiento de cohetes que pensaba instalar en Barinas, si no recuerdo mal. Como con tantas de sus fantasías, al día siguiente, ya se le había olvidado. En TalCual hicimos un editorial burlón, con Chacumbele metido en un traje de astronauta. Pero ahora, aprovechando al visita de Vladimir Putin, una especie de Chávez de Rusia, pero infinitamente más brutal y cruel, a Chacumbele le dio de nuevo por soltarle la rienda a sus delirios e informó que había discutido con el hijo de la señora Putin sobre el «tema del uso del espacio ultraterrestre», jactándose de que «Venezuela entró ya en la carrera satelital». Uno lo oye y pareciera que el satélite Simón Bolívar lo construyó Venezuela y no China. La sorpresa del ruso, cuando Chacumbele suscitó el tema, debe haber sido parecida a la que experimentó el día que lo conoció y aquel, para saludarlo, tomó una postura de karateca. Porque no hubo ningún acuerdo sobre esa materia, de modo que el premier ruso debe haberse preguntado de qué diablos hablaba su anfitrión. Pero es que Putin no conoce a nuestro tercio. No sabe de su infinita capacidad para la coba. Lo de la central nuclear debe ser algo parecido. No se si Putin ha leído las fabulas de La Fontaine, pero hay una que debería leer. Es la de la mosca en el coche. Una mosca posada sobre el caballo que tiraba de un coche, presumía que era ella la que lo jalaba. Cuando uno oye a Chacumbele tiene siempre la sensación de que él se siente como el tipo que maneja a Putin y a los chinos.