Bolívar viene y viene arrecho, por Simón Boccanegra
Bolívar tiene locos a los talibanes del chavismo. Las frases de Bolívar contra el autoritarismo, contra el autocratismo y contra la perpetuación del poder personal, producen en los talibanes el efecto de la cruz ante el diablo. Los ponen histéricos. Y agresivos.
En los últimos días algunos de estos grupúsculos, desconcertados por el contraste entre las cobas que Su Alteza Chacumbele les metió sobre un supuesto Bolívar socialista y la recia condena que El Libertador hizo del caudillismo y el personalismo, han apelado a la violencia.
Un grupo de estudiantes que pacíficamente quiso colocar una ofrenda floral ante la estatua del Padre de la Patria en la Plaza Bolívar de Caracas, fue agredido por una patota de los mercenarios que todavía pululan por la Plaza Bolívar, al grito estúpido de que ese es «territorio chavista».
Cosa similar tuvo lugar en la Plaza Bolívar de Valencia, también el 17 de diciembre, cuando patotas mercenarias atacaron a grupos de ciudadanos que se disponían a honrar al Padre de la Patria. La semana pasada una pareja de mercenarios asaltó el hogar de Lenny Manuitt, golpeándola e insultándola, con valiente fervor revolucionario.
Son nubes en el horizonte, para nada ajenas al feroz discurso de Su Alteza Chacumbele. Afortunadamente, este ya sólo logra efecto sobre las pequeñas bandas que cobran quince y último en las taquillas del oficialismo por su contribución «ideológica» al debate político.
Entre impunidad para sus tropelías, garantizada por una Guardia Nacional que deja hacer, y la adrenalina que dispara en mentes envenenadas por diez años de sevicia la feroz retórica del Gran Bocón, más bien habría que maravillarse de que la violencia no alcance mayores proporciones.
Sin embargo, preocupan estos signos, no vaya a ser que sea esa la tónica que Su Alteza Chacumbele pretende imprimirle a su campaña monárquica. Hay que atajarlos a tiempo pero igual fracasará. Lo que más arrecha al talibanismo es que sus agresiones caen en el vacío.
Nadie anda cazando trifulcas pero tampoco nadie se asusta. La Campaña Angostura, por el NO, depara nuevas sorpresas al talibanismo. Es verdad, Bolívar viene y viene furioso, a reclamar tanto abuso cometido en su nombre.
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