¡Bravo, Pablo!; por Simón Boccanegra
El pasado 27 de agosto, Pablo Milanés ofreció un concierto en el American Airlines Arena de Miami. El evento produjo una inmediata repulsa de algunos grupos radicales anticastristas. Ese mismo día la inteligente y consecuente luchadora cubana, la bloguera Yoani Sánchez, produjo un escrito impecable, titulado «Querido Pablo».
En él pasa revista a la vida del cantautor, desde su lejano enfrentamiento con el régimen producto de la sempiterna intolerancia, hasta su condición de diputado de la asamblea nacional y figura de primera línea dentro y fuera de Cuba. Como quien deshace lenta y mesuradamente un ovillo, va describiendo situaciones hasta afirmar: «pese a su silencio público, todos comenzamos a notar que Pablo Milanés se separaba del oficialismo».
«El punto climático de ese desgajamiento vino, sin dudas, cuando se negó a firmar una carta donde se intentaba justificar las medidas represivas tomadas por el gobierno cubano» (2003). Yoani asume como inapropiado «tachar a Pablo como un disidente».
Pero afirma que el cantautor ha pronunciado críticas a la gestión del gobierno cubano, que pueden definirse como «herejía de grandes proporciones, si se habla de un proyecto que durante 50 años se ha intentado hacer a la imagen y semejanza de Fidel Castro». Rescata como el mayor mérito de Pablo, haber encontrado «su propio espacio de inconformidad» y afirma que «contribuirá con su voz al delgado y frágil puente que se levanta entre las dos orillas». Este minicronista comparte esa opinión. Cuba, aunque con una lentitud desesperante, está dando los pasos que ineluctablemente conducirán a la reunificación de las dos Cuba. El Muro de Berlín, la extinta URSS, la España que llevó a Machado a decir «españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón», Corea, y tantos otros ejemplos, son una clara lección que nos da la historia. El fanatismo, la intolerancia política y el odio sólo garantizan la división y destrucción de los pueblos.
¡Bravo Pablo!