¡Buena esa, ministro!, por Simón Boccanegra

Este minicronista, así como el editorialista, han sido muy críticos con el rol del ministro de la Defensa en el caso del soldado quemado vivo por el teniente Siccat Torres, en Maturín. Es lógico que sea así porque un determinado currículo genera expectativas acerca de la conducta que cabe esperar de una persona. Si usted nunca se ocupó de derechos humanos, por ejemplo, nadie se extrañará de que no lo haga ahora ante el caso en cuestión. Pero si usted fue toda la vida un paladín en la defensa de aquéllos, su silencio o su convalidación de prácticas contrarias a ellos será fuertemente reclamada. Pero justo es reconocer también que cuando José Vicente respalda ayer la posición de la Fiscalía, al solicitar juicio en tribunales ordinarios para el indiciado del crimen, realiza una saludable rectificación y se comporta conforme a lo que cabía esperar de él. Ahora tocará ver qué decide el máximo tribunal. La lógica indica que salvo que le tuerza el pescuezo a la Bicha, la Sala de Casación Penal resolverá conforme a lo que pauta el muy claro y preciso artículo 29: los delitos de lesa humanidad y las violaciones de derechos humanos serán investigados y juzgados por tribunales ordinarios. Pasito a pasito se le va ganando la batalla a la barbarie.