Bufonadas, por Teodoro Petkoff
Dentro de algún tiempo la Antología Venezolana de la Ridiculez registrará como uno de sus momentos cumbres el acto de la «toma» del aeropuerto de San Antonio del Táchira por los militares, en cumplimiento de las órdenes de su comandante en jefe, Su Alteza Real Hugo Chávez. No se si esta vez, pero más adelante, no pocos oficiales recordarán con pena ajena, y hasta con vergüenza, este episodio.
Cuando un tal general Mata, después de mascullar algo que parecía ser «patria, socialismo o muerte», le informó a su comandante en jefe que el aeropuerto de San Antonio «está bajo control del gobierno» y de seguidas, cual Che Guevara informando a Fidel la toma de Santa Clara, añade que los «aeropuertos de El Vigía, Santa Bárbara, Oro Negro e Higuerote también están totalmente controlados por el gobierno», el comandante en jefe debe haber sentido que su fracaso ante Miraflores, el 4F quedaba borrado.
Lo grotesco subió de punto cuando al general Mata se le escapó el poco marcial detalle de que la ocupación de esos aeropuertos había sido «enteramente pacífica y tranquila» y que en ese momento estaban sentados con los hasta ese instante administradores del aeropuerto, arreglando los detalles burocráticos. Su Alteza Real justificó estas medidas aduciendo que ellas son indispensables para la lucha contra la corrupción, contra los ladrones y contra las mafias enquistadas en esas instalaciones. Para tal fin, de inmediato, dictando los decretos pertinentes, colocó puertos y aeropuertos en manos de Diosdado Cabello.
Así son las grandes batallas de la «epopeya revolucionaria». Después vino la «toma» del viejo mercado de Chacao.
Lo que podía haber sido resuelto con una mera comunicación escrita del ministerio del ramo a la Alcaldía de Chacao, solicitando el viejo local para instalar un Mercal, fue transformado en una nueva hazaña bélica, con la Guardia Nacional en plan «glorioso». Puede imaginarse al comandante de la «operación» dando el parte, cual Páez después de Las Queseras del Medio. «Misión cumplida, mi comandante en jefe.
Después de vencer la resistencia de fuerzas superiores hemos tomado el Mercado de Chacao. Ya está totalmente bajo control de las fuerzas leales».
El acto de las fuerzas democráticas, el sábado pasado, en San Cristóbal, tuvo lugar en un sitio completamente rodeado por la Guardia Nacional. El esquema es el mismo.
«Los tenemos cercados, mi comandante en jefe. Si hacen un movimiento sospechoso los quebramos».
¿Para qué toda esta parafernalia militar, completamente innecesaria? Para asustar, sin duda, pero, más que todo, para hacer muy visible la condición militar y militarista del régimen. Que nadie se equivoque: la «revolución» está armada, repite a cada rato Su Alteza. Es obvio, está armada, pero con las armas de la República, con la FAN como ejército de ocupación de su propio país. Igualito que en los tiempos del general Marcos Pérez Jiménez, cuando las entonces denominadas, en plural, Fuerzas Armadas Nacionales, cumplían también el mismo papel.