Burundanga, por Simón Boccanegra
¿De qué exactamente se puede acusar a los oficiales de todos los rangos y de todas las pintas políticas, chavistas incluidos, que acataron las órdenes superiores a partir de que el general en jefe anunció la renuncia de Chávez? ¿Qué delito cometió un coronel, un comandante de batallón, un capitán o un teniente que oyendo a Lucas decir, en voz alta y clara, que el Presidente había abandonado el poder, se sumó a la decisión de la superioridad en el sentido de aceptar la salida de aquél? Más aún, ¿de qué delito se podría acusar a unos oficiales que así como convalidaron la «renuncia» posteriormente acataron también la decisión de restablecer a Chávez en Miraflores? Este proceso estuvo demasiado enmarañado y si Chávez, para explicar la conducta de Lucas Rincón, aduce que éste se «confundió», ¿cómo no entender que aún más confundidos debían estar sus subalternos? En una FAN donde la mayoría de sus oficiales, demostrado por los hechos, lo que quiere es dedicarse a sus específicas funciones castrenses, la solución de este intríngulis como que no es otra cosa que el sobreseimiento de las causas en curso o una amnistía aprobada por el Parlamento por propia iniciativa o por la del Ejecutivo.