Cacerolas en el AA 2140, por Simón Boccanegra

Nos habían echado el cuento, pero ahora que nos lo repite, con pelos y señales, un piloto, le damos crédito y lo compartimos con ustedes. El 25 de diciembre voló a Miami Luis Miquilena. Vuelo 2140 de American Airlines. Como es propio de su personalidad sobria, más bien austera, viajó en clase económica. Al aterrizar en su destino, se desató en el avión una suerte de cacerolazo. Los pasajeros golpeaban toda clase de objetos que hicieran ruido. El capitán, alarmado por el escándalo, preguntó por el altavoz qué ocurría. Algún viajero explicó, a gritos, las causas de tamaño alboroto. Miqui y su esposa abandonaron el aparato visiblemente molestos, como es natural. Valga el episodio para poner de relieve adónde conduce la política del insulto y la descalificación permanente, la política de «a que no me quitas la pajita del hombro». Mientras más apriete Hugo el alicate, más intensos y ruidosos van a ser los decibeles de las cacerolas. Puede jurarlo. ¿Los pocos días navideños que quedan no propiciarán una reflexión en el Supremo?