¡Cadenas!, por Leonardo Regnault
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El diez de noviembre el nombre de Rafael Cadenas entra en el Olimpo de las letras hispanoamericanas al recibir el Premio Cervantes, el único que le faltaba de la colección de grandes premios en nuestra lengua. Este reconocimiento viene a representar la visibilización de una literatura construida con laboriosidad y estilísticamente impecable.
Quiero rememorar la primera vez que lo vi: corría el año 2009 en la presentación del libro «Rating» de Barrera Tyzska, en los galpones de Sebucán. Se encontraba sentado con su humildad y silencio característico. Acercándome, les dije a mis dos pequeños hijos: están viendo al mayor exponente de las letras venezolanas; él, al escuchar esta afirmación, esbozó una sonrisa y con su mano acarició la caballera de ambos. No quisimos importunarlo más y nos alejamos con la gratitud de haber podido conocer al hombre de los cuadernos del destierro, Una isla, Derrota o la quiebra del lenguaje. Mis hijos, pequeños y sin consciencia clara del personaje, quedaron risueños por lo simpático y sencillo de ese «abuelito» que habían conocido.
Quiero ofrecer mis sinceras disculpas por la falta del sentido del ridículo expresado en este escrito sabiendo que no estaré a la altura de trasmitir mi satisfacción por el merecido premio a este «derrotado». Ojalá que este galardón venga a preludiar el recibimiento del más grande de los reconocimientos: el Nobel de literatura para este maestro del idioma.
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Alguien me comentaba que la incertidumbre del porvenir y los graves problemas que nos agobian eran su verdadera preocupación, mientras yo estaba pensando en premios literarios. Y claro que tiene razón en tener esas preocupaciones como centro; sin embargo, no es posible, por más que sacies el estómago y satisfagas algunos gustos, dejar de lado la satisfacción del intelecto, del ser; y una forma de lograrlo es con noticias como estas. Rafael Cadenas, como lo he dicho en otra oportunidad, es uno de los forjadores de lo que somos como nación.
Esta noticia se da en el marco de una Venezuela con cifras desalentadoras, en la que un millón quinientos mil niños y adolescentes quedaron fuera del sistema educativo en el período 2021-2022 o en el que cerca del ochenta por ciento padece de inseguridad alimentaria, siendo estos datos el reflejo del drama que padecemos y que nos indignan profundamente.
Sin embargo, no podemos dejar de celebrar que uno de los nuestros sea hoy referencia para millones de seres humanos que día a día compartimos esta hermosa lengua. Esos millones que compartimos el «reino de Cervantes» tenemos en Rafael Cadenas uno de sus mayores exponentes.
El mundo es hoy hogar, refugio, oportunidad para un gentilicio que intenta continuar con el pecho inflado diciendo ¡soy venezolano! Y Cadenas es una razón adicional para seguir inflando nuestro pecho de orgullo patrio sin importar la geografía, el estatus social, la formación intelectual, universitaria o de cualquier otra índole. Somos ese pueblo de «grandes comedores de serpientes», de esa «raza de distinto linaje» que, a veces «derrotados» y sin perspectivas de «triunfar en la vida», nos levantamos para demostrarnos y demostrarles al mundo lo que significa ser de la tierra de gigantes como Bolívar y Cadenas. Rebeldes ambos; insignes ambos; poetas ambos.
Maestro, permítaseme llamarlo así. Gracias por su verso y prosa excelsos. Gracias por permitirnos ver la vida a través de la poesía.
A los millones de compatriotas que deambulan por el mundo con el alma rota, con el corazón arrugado, con la sensación de la derrota presionándole los hombros; les digo que esta patria se levantará con ejemplos como el de Cadenas para reconstruirse en sus afectos, en sus dichas y en su conocimiento para seguir dándole a las letras, a la política, a las artes, las ciencias y los deportes la esencia de lo que es ser venezolano.
Gracias, maestro, su dicha es nuestra dicha.
Leonardo Regnault es político e ingeniero civil
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