Call me Barack, por Simón Boccanegra
«Llámame Barack», dijo la voz desde Washington. «Llámame Lula», respondió la voz desde Brasilia. Quedó, pues, sellada la alianza privilegiada. Obama se mueve como un pluma. Rapidito dejó claro quién es el líder de por estos pagos con el cual quiere entenderse antes que con nadie. Después llamó a Uribe, porque se trata de un antiguo aliado al cual se le debe pasar la mano porque los demócratas son sensibles a las violaciones de derechos humanos cometidas en Colombia y no quieren TLC si sobre eso Colombia no mejora su performance.
Algún funcionario del State Department, que tal vez no tenía mucho que hacer porque la transición todavía no había terminado, se permitió la rutina de tirarle unas piedras a Su Majestad. Antes de que este mandara esa bombita contra la pared, Fidel le escribió pidiéndole prudencia con Obama, porque al Caballo éste le cae muy bien y lo aprecia como «sincero» y «de buenas intenciones».
Su Majestad cumplió la orden y avisó que le abría un «compás de espera» al Presidente gringo. Obama debe estar preocupadísimo con este «compás». A Su Alteza tal vez le esperan unos sinsabores en su relación con Cuba. En su reciente entrevista con Sean Penn, Raúl, su tío, reveló que los militares gringos y los de la isla se reúnen casi mensualmente, desde 1995, para discutir y solventar temas y/o problemas comunes.
Hasta la fecha, dijo Raúl, ha habido 187 de estos encuentros. Penn comentó, por su cuenta, que en las altas esferas de su país se considera a Cuba como the best partner, el mejor socio, en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Todo esto lleva a pensar que seguramente ya, por debajito, entre representantes de la nueva administración gringa y los de la pleistocénica de los cubiches debe haber contactos para ir viendo cómo Obama le puede poner término a la estúpida política de los neoconservadores norteamericanos hacia Cuba.
Eppur si muove, diría Galileo. ¿Se estará dando cuenta Su Alteza?
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