Callar a Vargas Llosa, por Simón Boccanegra
Insisto mucho en que a este régimen hay que mirarlo por debajo de la piel. Parece curtida, como de cocodrilo, pero levántela usted un poco y verá músculos flojos y huesos con osteoporosis. Le ha dado últimamente por realizar actos de fuerza. Obviamente, la tiene y por eso puede hacerlos. Pero hay una como fragilidad inmanente, una anemia estructural, que lleva a pensar que esos actos de fuerza se producen desde una posición de fortaleza más bien precaria. De lo contrario, ¿cómo explicar la histeria que ha producido en la filas del PSUV la venida de Vargas Llosa y algunos otros intelectuales a los eventos convocados por Cedice? Por ahí han salido algunos y algunas de sus dirigentes y dirigentas desmoñandose, unos y unas, para que los boten del país apenas abran la boca; otros y otras, para que ni siquiera les sellen el pasaporte y los devuelvan ahí mismito. Resulta, pues, que el águila sí caza moscas y que el «analfabeta» de Vargas Llosa como que sí sabe leer y tiene quien le escriba. ¿Extranjeros que se meten en nuestros asuntos? Curioso reclamo por parte de quienes han propiciado la más grosera intervención de cubanos en nuestros asuntos internos, en tanto que en Bolivia el embajador de Chávez despacha desde el palacio presidencial y asiste a las reuniones del gabinete de Evo. ¿No le cortó Chávez el suministro de petróleo a Dominicana aquella vez que peleó con Hipólito Mejía? ¿No amenazó también con cortárselo a Costa Rica? ¿No llamó ladrón a Alan García? ¿Qué de insultos no lanzó sobre Álvaro Uribe? ¡Hombre! Con tamañas vigas dentro de su ojo, bien podría el gobierno abstenerse de buscar pajitas en ojos ajenos.