Candil pa’ la calle, oscuridad en la casa; por Simón Boccanegra
El escándalo crece en Estados Unidos. «Fahrenheit 9/11», la película de Michael Moore (Oscar del año pasado por el documental «Bowling for Columbine», que no hay manera de que podamos ver aquí) está haciendo temblar la Casa Blanca con las escenas de las torturas y maltratos a los prisioneros iraquíes. Bush sigue palo abajo en las encuestas y parece que lo aguarda el destino de su padre. Los torturadores han sido sometidos a juicio, pero, hasta ahora, la cuerda está reventando por lo más delgado. Se quiere hacer creer que se habría tratado de unos soldados descarriados, que actuaron por su cuenta. Sin embargo, pronto alguien llamará la atención sobre el hecho de que esos soldados fueron entrenados para obtener confesiones mediante la tortura sistemática. Como fueron entrenados, en los años sesenta, los militares latinoamericanos, entre ellos los nuestros, en la famosa Escuela de las Américas, en Panamá en las técnicas de la tortura. Pero el punto es que en Estados Unidos estas cosas no quedan impunes. Mientras los cagatintas del chavismo se complacen en denunciar las torturas en Irak, ninguno de ellos tiene el coraje de pedir explicaciones por el asesinato mediante torturas de Juan Carlos Zambrano, en un campamento militar, ni por las torturas de los guardias nacionales a los detenidos el 27F, documentadas hasta por Mundaraín.