Cantv: cuando el futuro nos alcance, por Simón Boccanegra
Hace unos días la ingeniera (supongo que lo es) Socorro Hernández, nueva presidenta de la Junta Directiva de Cantv, solicitó, según información de prensa no desmentida, una “ayudita” de 300 millardos para la empresa telefónica. Si esto fuera verdad sería indicador de que ya comenzó el relajo tradicional de las empresas públicas, que consiste en vivir de la respiración boca a boca que les hace el Estado. A raíz de la nacionalización, Movilnet, filial de Cantv, anunció la rebaja de algunas de sus tarifas. Es de suponer que la ingeniera Hernández inmediatamente se dio cuenta de que, realmente, como dicen los gringos, there are no free lunches: no hay almuerzos gratis. Alguien paga. Si usted rebaja las tarifas (y con ellas los ingresos de la empresa), de algún lado tiene que salir la plata para sustituir la que deja de entrar. Esa es la historia de nuestras empresas estatales. Las del aluminio, por ejemplo, siempre en rojo (pero del rojo contable, es decir, siempre deficitarias), sobreviven gracias a las gruesas transferencias de plata que les hace el Estado. Así era Sidor antes de su privatización: siempre dando pérdidas que eran cubiertas por el Estado. Este no es un problema ideológico. Si Cantv se hace financieramente insostenible y tiene que depender de las transfusiones del Estado, su calidad también se va a resentir y pronto estaremos como en 1990: esperando diez minutos el tono de discar.