Cantv: socialismo o muerte, por Teodoro Petkoff
En alguna oportunidad señalamos que el tema de las nacionalizaciones (Cantv y Electricidad de Caracas), más que un debate ideológico lo era pragmático. Los venezolanos estamos demasiado acostumbrados a un capitalismo de Estado todopoderoso, invasivo e intervencionista, como para quebrarnos la cabeza en un debate ideológico sobre empresa privada versus empresa pública. Es cierto que no es lo mismo empresas públicas en un contexto democrático, que en uno autoritario. En este segundo caso, la nacionalización puede ser vista como un mecanismo adicional de control sobre la sociedad. Pero, al margen de esto –que no es de poca monta ni pretendemos subestimarlo–, la verdad es que para los venezolanos la primera preocupación ante ambas nacionalizaciones fue la de si esas empresas repetirían la historia de ineficiencia y corrupción que caracteriza a la casi totalidad de nuestras empresas estatales.
De hecho, Cantv fue estatal hasta 1991 y en materia de electricidad, el servicio de ésta es estatal en casi todo el país, a través de Cadafe principalmente. El punto es que nuestra telefonía, hasta 1991, era un desastre. Había que esperar diez minutos por el tono de discar y un día entero por una llamada internacional, amén de que su penetración era irrisoria. En cuestión de servicio eléctrico la preocupación de los caraqueños es la de saber si en la capital el servicio será tan deficiente como en el interior, donde en lugar de «apagones» se habla de «alumbrones», para significar la cantidad de veces al día que la luz se va y regresa. ¿Volveremos, con los teléfonos, a repetir la pésima experiencia anterior a la privatización de Cantv –que por cierto, fue impecablemente realizada y significó un salto enorme en cuanto a la mejoría del servicio? Si juzgamos la situación de Cantv a la luz de sus propios números (Véase la página 19 de la edición de ayer, sobre telecomunicaciones), hay razones para pensar que la empresa telefónica ya cogió el rumbo de Cadafe o del Seguro Social. En el 2007 las utilidades de la compañía disminuyeron, respecto del año anterior, en 9,4%; sus gastos operativos aumentaron en 31,3%. ¿Explicación de tal fenómeno? La creación de una «gerencia de transición al socialismo», que en seis meses se ha convertido en un departamento de Recursos Humanos, encargado de la contratación de personal nuevo, con excelentes remuneraciones. En dos platos, la «gerencia de transición al socialismo» no es otra cosa que el sempiterno mecanismo de nuestra administración pública para incrementar la burocracia, para la creación de cargos innecesarios y satisfacer así las motivaciones clientelares del gran petro-Estado venezolano, hoy, como ayer, botín de quien gana las elecciones. Puede imaginarse que la próxima víctima de esta «transición al socialismo» será la eficiencia de la empresa. En el horizonte se asoman ya los fantasmas de una telefonía ruinosa, que hará recordar, a quien tiene edad para ello, el martirio que era hablar por teléfono antes de 1991.