CAP en el mundo, por Simón Boccanegra
CAP, por supuesto, no era fidelista, pero mantuvo con Fidel Castro una muy particular relación amistosa, como modo de subrayar la latinoamericanidad cubana y el desacuerdo con la política norteamericana hacia Cuba.
No por casualidad, el primer chicharrón en la asunción de la segunda presidencia de Pérez, el invitado extranjero que se robó el show, fue precisamente Fidel Castro. Razones había para ello. Invitarlo fue un gesto más de una cadena de actos en los que el presidente venezolano afirmó la soberanía de la política exterior venezolana ante Estados Unidos.
CAP no sólo restableció las relaciones diplomáticas con Cuba, rotas trece años antes, sino que se atrevió a realizar una operación de triangulación que involucró a la URSS, a Cuba, a España y a Venezuela, en una operación conjunta para que el petróleo ruso no tuviera que llegar hasta Cuba, sino hasta España en tanto que el venezolano, en lugar de ser enviado a España, era desviado hacia Cuba, para así aliviar costos a los cuatro países.
Eran tiempos de Guerra Fría a millón, cuando la URSS era todavía lo que era y los gringos eran muy celosos con respecto a Cuba, de modo que el gesto no fue concha de ajos. No por casualidad el primer telefonazo de solidaridad con CAP, y de rechazo al golpe militar de Chávez, fue el de Fidel, alrededor de las tres de la mañana. Tampoco olvidará este minicronista una extravagante reunión producida en un hotel de Quito, durante la toma de posesión de Rodrigo Borja y a la cual los invitados, entre los cuales se contaba este servidor, no hicimos sino asistir, hasta el amanecer a un diálogo de largas horas entre CAP y Fidel, cual dos compinches que planeaban, en un ambiente relajado y lleno de humor, con un Fidel despojado de sus botas, el futuro de América Latina a partir del momento en que CAP fuera reelecto. Ilusiones de la época.
Fueron tiempos en que CAP se la jugó con los sandinistas, con armas, plata y apoyo político y fue actor principalísimo, resteado con Omar Torrijos, en el proceso que llevó a la recuperación del canal de Panamá para este país. No hablemos de lo que hizo CAP con Felipe González y el PSOE, cuando lo metió de contrabando en España, en su avión. Fue la suya una política exterior, que llegó mucho más allá de América Latina (no olvidar que con Nyerere fue el gran impulsor del G15) y que vista en general, no se agota, ni con mucho, en estas pocas anécdotas, ubicadas en el contexto de la época y condicionadas por las peculiariades de ésta, llena de audacia y sentido progresista, aliado siempre con los factores más democráticos y progresistas del mundo. Vale la pena recordarlo, ahora que hay quien se cree el descubridor del agua tibia.