CAP infiltró el entorno de Chávez, por Simón Boccanegra

El director ordenó para el sábado una encuesta relámpago en los restaurantes, tascas, discotecas y bares de buena y mala muerte en cuatro zonas de Caracas: Las Mercedes, avenida Solano, centro de la ciudad y Los Magallanes. La idea era verificar qué tal había estado el viernes en la noche en esos establecimientos. El resultado fue asombroso. Nadie recordaba una noche tan buena en muchísimos años. No podía haber sido de otra manera. Apenas la gente vio y oyó, nada menos que a las 7:40 de la noche, que iban a repetir la cadena del día anterior, sabiéndose sin televisión al menos hasta las once, se olvidó de la inseguridad y salió raspando hacia los sitios de diversión. Fue igual en el este y en el oeste. Chavistas y antichavistas reaccionaron del mismo modo: «¡No!, ¡qué ladilla! Este aguacerito blanco no se lo puede calar nadie». Hugo debe revisar su entorno. CAP lo infiltró. La tarea del agente perecista es estimular cualquier idea que arreche a la gente. Si Hugo, por ejemplo, acaricia la idea de repetir la cadena, el agente de CAP de inmediato lo puya: ¡Hugo, qué grande eres! ¡Echale bolas! Y Hugo cae, mansamente, en la trampa que la conspiración intergaláctica le tiene montada.