Capozzolo: 30% del comercio cerró, cambió de ramo o se fue a la informalidad en 2020
El presidente de Consecomercio, Felipe Capozzolo, sostiene que así como pasó con la dolarización de facto, que la gente impuso el uso de la divisa por la pérdida del valor del bolívar, la digitalización del comercio no ha sido impulsada necesariamente por una intención del país de alcanzar a las otras naciones en sus avances tecnológicos sino sencillamente por necesidad
La pandemia pilló a Venezuela cuando enfrenta la precariedad más grande y prolongada luego de siete años en una recesión que desintegró 90% de la economía nacional y tres años de hiperinflación que ha pulverizado el poder adquisitivo de la población, afirmó a TalCual el presidente de Consecomercio, Felipe Capozzolo. Por ello, considera «imperativo» que el país no se detenga y siga trabajando.
La pandemia, la cuarentena radical impuesta por el gobierno y el esquema de flexibilización discontinuo provocaron que más de 30% (más de 75.000) de los aproximadamente 250.000 comercios que según estimaciones del gremio quedan en el país cerraran, cambiaran de ramo o pasaran a la informalidad.
Ahora se ven zapaterías y jugueterías vendiendo arroz, harina de maíz precocida, pasta y otros productos de primera necesidad. También ha habido un incremento del número de negocios en las redes sociales que ofrecen el servicio delivery para entregar los pedidos, pero que no pagan impuestos.
En entrevista telefónica con este medio, Capozzolo explicó que esta situación, aunado a los problemas que siguen enfrentando algunas empresas para que sus empleados puedan llegar a sus puestos, obliga a la nación a trabajar para diseñar una nueva normalidad basada en el teletrabajo, en la digitalización de procesos y documentos administrativos, y en la adopción de herramientas digitales. Aseguró que estos cambios permitirían formalizar los comercios afectados por la pandemia y aquellos negocios que están operando dentro de la economía negra, donde, de acuerdo con Consecomercio, trabaja entre un 40% y un 50% de la población económicamente activa.
– ¿Cuál es su balance del comercio durante el primer año en pandemia?
– Este primer año en pandemia deja un saldo de 90% de las empresas afectadas, en mayor o menor grado. De estas, entre 30% y 40% hablan de una afectación severa y estructural que las ha obligado a tener que cesar operaciones, cambiar de ramo o tener que irse a la informalidad para poder sobrevivir. Tenemos un poco de todo en ese rango de entre 30% y 40%, pero siempre relacionado con abandonar la actividad principal y sobre todo con la pérdida de empleo.
En este primer año en pandemia comerciantes se vieron obligados a bajar la santamaría definitivamente. Es evidente. Basta con darse un paseo por las calles de Caracas para verlo. Y si sales de la capital y vas a otras ciudades lo ves más acentuado todavía. Eso está dentro de ese 30% y 40% de afectación grave. Tienes ahí gente que efectivamente no siguió.
Ahora, en el caso del comercio hay una posibilidad de seguir en el terreno electrónico, en el terreno informal, a diferencia de la industria y de la actividad agropecuaria que no tienen esa posibilidad de migrar, mutar y de transformarse.
– ¿Cuáles fueron los sectores comerciales más afectados?
– El comercio al detal, el minorista y que en Estados Unidos se conoce como retail, luce como el gran perdedor de la pandemia. Las actividades a las que han llamado no priorizadas, es decir, todo aquello que no tiene que ver con alimentos, medicinas y artículos de cuidado personal, tienen una afectación bastante dura, difícil de resolver en los próximos tiempos. Esto se traduce en tiempos de recuperación bastante dilatados, estamos hablando de dos a tres años posteriores al final de la pandemia.
– ¿Alguno implementó el teletrabajo y empezó a ofrecer sus productos desde casa?
– El teletrabajo es una solución que se impondrá cada vez más no solo por la pandemia sino también por el costo del transporte y los problemas con los combustibles. En una nueva normalidad será bastante difícil esa movilización que antes veías de gente desde zonas como Guarenas y Altos Mirandinos yendo a trabajar a Caracas. Esto nos lleva y nos obliga a generar una nueva normalidad basada en el teletrabajo y, sobre todo, a generar una nueva formalidad. Tenemos que procurarnos una formalidad para sostener al Estado en el futuro. Ya el Estado no sostiene a la nación, la nación es la que sostiene al Estado, y eso lo podemos lograr solamente con formalidad.
Hay que crear una nueva formalidad basada en los métodos y los mecanismos no presenciales, en el teletrabajo y en los procesos digitales. Eso es lo que viene ahora, insisto, no solo por la pandemia sino también por los problemas del transporte y el costo del combustible.
– ¿Cómo formalizar esta nueva normalidad?
– Nosotros hemos propuesto desde Consecomercio la factura no presencial, remota y digital como la gran solución a los procesos administrativos de una parte de la actividad comercial. Esto no lo resuelve todo, no hay soluciones que arropen todo, pero tenemos que empezar a trabajar en soluciones parciales que nos lleven a un nuevo todo.
– Ese uso de una factura digital convertiría en algo formal el comercio electrónico que estamos viendo ahorita de manera informal.
– Al rebaño que se ha ido en estampida a la informalidad hay que formalizarlo, pero resulta que ellos no volverán a la formalidad que teníamos antes. Por eso hay que crear una nueva formalidad de acuerdo a los nuevos tiempos. ¿Por qué en vez de llamarlos a ellos a la formalidad, no llevamos la formalidad hasta ellos? Los mecanismos digitales y no presenciales son la mejor manera de llevarles la formalidad al sitio donde ellos están.
Para que las empresas puedan subsistir son necesarias respuestas importantes en cuanto a la conectividad y sistemas no presenciales, entre ellos los métodos de pago en dólares, en divisas. Debemos tener cuentas nacionales en dólares con tarjeta de débito en dólares con la que se puedan hacer pagos exactos y resolver el problema del cambio.
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– Para muchos sería difícil regresar a donde estaban antes porque la formalidad que conocíamos es costosa en la situación actual de Venezuela.
– Está totalmente divorciada de la realidad. Ahora mandar un papel vía courrier (correo), por ejemplo, no tiene sentido ya en Venezuela ni en el mundo. El costo de agarrar una factura, meterla en un sobre y mandarla por un courrier al interior a un cliente puede ser más alto que el precio del producto. Eso no tiene sentido y lamentablemente no hay marco legal para ello.
– ¿Qué tipo de comercios podrían pasar al formato digital?
El tema de la factura no presencial y remota en los procesos digitales pueden abarcar, en mayor o menor medida, a todos los sectores de la actividad productiva, dependerá de hacer adaptaciones particulares a cada uno de los sectores, pero tenemos que marcar hacia una realidad de ese tipo, eso es imperativo.
– ¿Desde la llegada del coronavirus a Venezuela en marzo de 2020 han recibido algún apoyo por parte del gobierno?
– Lo único que logramos fue que se cambiara el pago del impuesto IVA de semanal a quincenal. También hemos logrado abrir un espacio de diálogo que esperamos que sea una ventana aprovechada en los próximos años como la vía para resolver problemas y para diseñar el país que todos queremos, a pesar de que haya diferencias.
– Pero no se han materializado ninguna de las medidas que ustedes han solicitado además de la modificación del pago del IVA.
– Lo más importante es que nosotros hemos logrado un canal directo y permanente de comunicación y conversación luego de 20 años de posturas separadas y posiciones totalmente antagónicas. En este momento hay discusiones amplias y abiertas y diferencias que se dirimen conversando. Ese es el principal legado que podemos dejarles nosotros en los años venideros a un país que tiene que aprender a resolver sus problemas conversando y dialogando.
El diálogo no es un resultado per se, cuando entras en el diálogo te das cuenta del universo y del mapa de problemas que tienes que resolver. Es allí cuando te das cuenta del reto que debemos asumir para sacar al país adelante en la década que recién comienza y de lo que es realmente trascendente para la nación y lo que no.
– Pero ustedes, por ejemplo, han pedido que se revise el 7+7, pero recibieron el anuncio de un posible 7+14
– En realidad estuvimos en un 7+21. El anuncio ocurrió frente a la saturación del sistema de salud venezolano. La parálisis del sistema viene dada por una restricción no ya que imponga el Ejecutivo sino que impone la realidad. Estamos siendo testigos del colapso y de la saturación del sistema de salud, que no nos puede atender, y eso impone una restricción en el sistema productivo difícilmente fácil de saltar. Es una restricción real, no te la está imponiendo nadie.
No estamos de acuerdo con los sistemas discontinuos, lo que estoy es resaltando que en este momento, aunque no estemos de acuerdo y aunque el Ejecutivo pretenda seguir con el esquema restrictivo, ya la restricción no está entre el gobierno que quiere imponerla y el comercio que quiere desatenderla o que quisiera un tipo de medidas distinta. El cuello de botella ya no está en el gobierno ni en el comercio, está en el sistema de salud.
El año pasado, que había capacidades libres, nos rehusábamos a estar cerrados, pero en este momento cualquier persona que se contagie de covid-19 o cualquier cosa que no sea covid-19 no tendrá dónde ser atendido, y esa es una emergencia que sobrepasa la discusión que pueda tener el gobierno y el sector privado.
– ¿Y qué debe hacer el comercio que aún sobrevive?
– Afianzarse en la bioseguridad. Se puede seguir trabajando con todos los protocolos. Es imperativo seguir trabajando porque nosotros estamos en un estado de precariedad. Esta situación nos ha pillado con la precariedad más grande e histórica que ha podido tener Venezuela. En las últimas dos semanas nos han dicho que tenemos que cerrar y hemos estado cerrados, pero los casos siguen subiendo. Entonces, obviamente, el sistema restrictivo no resuelve el problema, lo que resuelve el problema es usar la mascarilla y la ejecución de un plan masivo de vacunación.
– ¿Y ha notado alguna mejoría en algún sector en el primer año de pandemia?
– Probablemente al final del año pasado hubo algún tipo de mejoría en los sectores de artículos personales y alimentos, pero fuera de eso no creo que haya mejoría. Tienes 90% del comercio desinstalado, fuera de acción.
– ¿Y apertura de comercios?
– Siempre cierran comercios y abren comercios. Está el fenómeno de bodegones, de cafés de lujo, restaurantes de hiperlujo y supermercados de otros países. Obviamente son soluciones que van dirigidas a segmentos muy particulares. Venezuela es un mercado que se niega a morir, pero que está bastante segmentado. Ahorita hay una gran mayoría bastante modesto y una minoría con un amplio poder adquisitivo.