Caracas no quedó seca por el mega apagón sino por desidia y malos manejos

La caída del servicio eléctrico trajo como consecuencia inmediata el colapso en el sistema de agua. Desde 2014 el Gobierno oficializó un plan de racionamiento que ya venía ocurriendo y aunque le han echado la culpa al clima y ahora a las fallas eléctricas, la historia los desmiente: es el resultado de 20 años de desidia y mal manejo del sistema
La Gran Caracas finalmente se quedó seca. La caída del servicio eléctrico en marzo arrastró consigo el colapso en la distribución de agua. Ni los tanques, ni las reservas aguantaron más de dos semanas de irregularidad en el bombeo y el panorama se llenó de gente cargando pimpinas y botellones recogiendo agua hasta del río Guaire.
Desde 2014 Hidrocapital oficializó un plan de racionamiento que ya venía ocurriendo y aunque las autoridades le echaron la culpa a la lluvia, la sequía y a las fallas eléctricas, los expertos y la historia los desmienten: es el resultado de 20 años de mal manejo del sistema.
Primero fue el fenómeno El Niño. Luego la sequía. Después las fallas eléctricas. Ante la crítica falta de agua también apareció en la lista de culpables el exceso de consumo de los ciudadanos y hasta bloqueos internacionales. Todo esto, según la versión oficial de los últimos nueve años, son los causantes de que el servicio de agua desapareciera regularmente de la normalidad de los venezolanos, y en especial de los habitantes de la Gran Caracas, quienes a pesar de vivir en zonas que cuentan con un sistema de distribución que se podría surtir de 10 embalses con regularidad, no pueden contar con el milagro cotidiano de abrir los grifos y que salga agua.
Caracas, Miranda, Vargas e incluso parte del estado Aragua pudieran surtirse en casos de emergencia por una infraestructura conformada por los 10 embalses que lo rodean: Lagartijo, Ocumarito, La Pereza, La Mariposa, Camatagua, Quebrada Seca, Taguaza, Taguacita, El Guapo y Agua Fría, este último surte por un conducto de gravedad al embalse de Macarao que aunque existe desde el gobierno de Antonio Guzmán Blanco y tuvo una capacidad de 186.000 metros cúbicos, hoy no puede suministrar agua ni siquiera a la población más cercana que vive en la parroquia del mismo nombre.
Especialistas en el manejo del recurso hídrico señalan que el problema no tiene que ver con fenómenos de la naturaleza sino con la falta de mantenimiento en el sistema de distribución y transporte, que acumula fallas y problemas desde hace 20 años y tampoco ha crecido en infraestructura desde hace casi 60 años, tiempo de la construcción de los acueductos y sistemas urbanos con los que aún cuenta la ciudad.
Desde 2014 Hidrocapital oficializó lo que venía ocurriendo en diferentes zonas: un plan de racionamiento publicado por la empresa hidrológica en el cual se establecían días de la semana para determinadas parroquias y municipios de la ciudad, que señalaba si tendrían servicio continuo o si era solo los fines de semana, solo en el día o solo en la noche.
Este esquema de distribución se instaló con la misma “temporalidad” que se había anunciado hace nueve años: mientras llueve.
El primer plan de racionamiento se presentó oficialmente en 2009, cuando el entonces presidente de Hidrocapital, Alejandro Hitcher, afirmaba que la reducción del suministro era “una oportunidad para que los caraqueños comencemos a consumir nuestros 250 litros por habitante al día”. La afirmación respondía a lo que establece la gaceta sanitaria No. 4.044 del Ministerio de Salud publicada en 1988, la cual indica que en el medio urbano se deben proporcionar 250 litros de agua al día por habitante y en el rural 150 litros. Para 1988, los caraqueños recibían hasta 400 litros al día.
La hidrológica lo denominó Plan de Abastecimiento, en lugar de racionamiento porque se basaba en la idea de que se iban a seguir suministrando los 250 litros habitante por día, pero dentro de un plan normativo y que solo habría racionamiento cuando existiera incapacidad de entrega de agua a la ciudad sea por falta de almacenamiento o por falta de capacidad en el suministro del tubo.
*Lea también: Escasez de agua en Caracas se agudiza por déficit de 40% en el suministro
Bajo esa lógica explicada por el Gobierno, entonces la falta de agua que sufre la Gran Caracas es un asunto de racionamiento puro y duro.
José María De Viana, ingeniero especialista en el tema de agua y expresidente de Hidrocapital, explica que el problema radica en que el sistema de transporte y la red de tuberías que distribuyen están operando a la mitad de su capacidad: están llegando 5 mil litros menos de agua que la que recibían los caraqueños en 1999.
“Las ciudades no dependen de la sequía o la lluvia porque para eso se construye infraestructura de almacenamiento de los meses húmedos para los meses secos. Pero si vemos el cielo y le echamos la culpa a Dios, lo que queda es rezar para no tener que asumir la responsabilidad de las fallas en el mantenimiento y las consecuencias de estar 20 años operando mal el sistema”, asegura De Viana.
Administrar la lluvia
El Boletín de Precipitación Estación del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV muestra que en mayo de 2018 llovió 5,6 mm, lo que lo convierte en el mayo más seco que se ha registrado en 68 años. El boletín indica que 2018 suma cinco meses consecutivos con nivel de lluvia por debajo de la media histórica.
Pero este escenario no es repentino ni inesperado. Los sucesivos presidentes de Hidrocapital anunciaban en 2009, 2013, 2015 y 2017, cada vez que se agudizaba la escasez de agua, que con la llegada de las lluvias se estabilizarían los niveles de los embalses y el problema estaría resuelto.
En 2016 a través de un boletín de prensa de Hidrocapital, Evelyn Vásquez, hoy ministra de Atención de las Aguas, informó que el embalse Camatagua no estaba seco pero tenía tendencia baja, igual que el embalse Lagartijo. Lo mismo ocurría con el embalse Agua Fría, que abastece a Los Teques y El Jarillo, y el de Taguaza que provee agua a Guarenas y Guatire; todos habían disminuido su volumen.
En el estado Vargas ni siquiera hay reservas disponibles, sino que el suministro se obtiene de manera directa de fuentes superficiales y subterráneas, lo que les deja ciclos que duran hasta un mes para volver a recibir el servicio de agua potable. La medida era incorporar nuevas fuentes de suministro para los varguenses a través de la creación de cuatro pozos subterráneos para aportar más litros por segundo.
*Lea también: Zonas de Libertador y Baruta se quedan sin agua por trabajos de Hidrocapital
Pero en 2017 la sequía dejó de ser una excusa y el problema continuó. Los registros de Hidrocapital reflejaron que durante el período de lluvias de 2017, por ejemplo, Lagartijo alcanzó 188 metros que significa un nivel de funcionamiento normal porque solo le faltaba un metro para llegar a la altura de alivio.
En 2018, luego de una medición hecha el 7 de junio, el embalse Lagartijo que surte de agua a los sistemas Tuy I y II, llegó a 158 metros y la marca está 32 metros por debajo de los niveles óptimos.
La Mariposa que forma parte del Sistema Tuy I estaba en un nivel de 966 metros, apenas nueve metros por debajo de la cota que permite el nivel normal de operaciones (975 metros).
Técnicamente el problema es que el tubo del embalse de Camatagua sólo puede extraer 9 metros cúbicos de agua por segundo y el de Taguaza 5,5 metros cúbicos por segundo, lo que quiere decir que a pesar de que la capacidad de almacenamiento es alta eso no garantiza la misma capacidad de distribución.
*Lea también: Néstor Reverol anuncia la militarización de las tomas de agua en Caracas
De Viana añade que los embalses más cercanos a la ciudad -La Mariposa y La Pereza- están vacíos “porque son embalses de emergencia y tienen que ser administrados de esa manera. Si se utilizan como principales se van a secar”.
Fugas de agua y de dinero
El ministro de Ecosocialismo y Aguas, Ramón Velázquez, explicó a través de su cuenta en twitter que los problemas en los embalses habían afectado la distribución de agua en 30% para los habitantes de Caracas, 50% para la zona de los Altos Mirandinos y 70% en la capacidad de suministro para los Valles del Tuy.
Pero la desidia y la falta de mantenimiento en la infraestructura generaron daños que se traducen en botes continuos de aguas blancas, que paradójicamente ocurren en sectores donde duran meses sin suministro, lo que ocasiona que la gente recoja agua en la calle directo de esas fugas.
Nada más en cuatro semanas de julio del año pasado, Hidrocapital detectó 7 mil averías en la capital de fugas de agua potable.
Por falta de recursos no debería ser. El desembolso para atender el mantenimiento y ampliación del sistema hídrico está contemplado en el Plan Nacional de Agua, que en su lanzamiento en 2013 estaba a cargo del Ministerio de Ambiente y recibió 16 millardos de bolívares que se aprobarían progresivamente hasta 2019. El presidente Nicolás Maduro aprobó en noviembre de 2013 los primeros mil millones de bolívares.
Pero estos números no reflejan el día a día con el que lidian los habitantes de diferentes sectores de la ciudad. En la parroquia El Junquito, el equipo de bioanalistas de un laboratorio ubicado en el kilómetro 11 cumplió seis meses sin recibir suministro por tuberías, lo que llaman “agua de la calle”. “Desde enero no recibimos agua con regularidad, a veces llega por pocas horas pero desde que empezó el año no podemos decir que hemos tenido agua un día completo. No sabemos qué días nos toca ni por cuánto tiempo, así que para seguir trabajando utilizamos la del tanque pero ya se nos agotó”.
Desconocen cuál es el esquema de distribución de agua que le correspondería según el plan de racionamiento porque si se rigen por la información que aparece en la página web de Hidrocapital que se publicó para 2017, en ese sector deberían tener servicio los días lunes, martes y miércoles y los fines de semana. “Eso no se ha cumplido ni un solo día. Hay que adivinar cuándo llega y si uno se emociona puedes contar con eso (el agua) como mucho por una o dos horas”, comenta Mila Reinosa, trabajadora del laboratorio.
Los habitantes de los distintos grupos residenciales que conforman la UD-4 de Caricuao tratan de organizarse para quedarse el miércoles en casa, único día de la semana en el que reciben agua por tuberías por lo que deben aprovechar para lavar ropa, limpiar baños y almacenar para que les alcance los siete días siguientes que estarán sin el servicio.
En el centro de Caracas ni siquiera tienen un día fijo. Casi por azar han observado que los sábados es el día en el que les llega agua pero también notaron que solo dura medio día. La medida que han tomado en los edificios es racionar el agua de los tanques, por lo que se administran con una hora por la mañana y una hora por la noche “para que quienes trabajan y estudian se pueden bañar antes de irse y en la noche puedan fregar los platos”, se lee en una cartelera de un edificio ubicado en la avenida Baralt.
*Lea también: Exministra de Ambiente de Chávez protesta porque tiene más de un mes sin agua
Los vecinos no saben si se trata de un plan de racionamiento o si se trata de fallas temporales que se solventarán en un lapso específico. Y si se busca información oficial en los comunicados de Hidrocapital, a través de su cuenta twitter, solo encontrarán las efemérides de las fechas patrias y reseñas de actos en los que participan sus autoridades o el presidente Nicolás Maduro.
De las razones sobre la falta de agua, las autoridades explican muy poco. Y cuando hacen referencia a las reparaciones en proceso que atienden fugas específicas del sistema aseguran que se suspenderá el servicio por “24 horas o 48 horas” como máximo. Pero una vez superado ese lapso de tiempo, el racionamiento se impone porque nada más sale aire por los grifos y el agua sigue sin aparecer.
Nota al pie: Este trabajo fue publicado por primera vez el 1ro de julio de 2018, en el contexto de una crisis en el servicio de agua que marcó el primer semestre de ese año, y ha sido actualizado a propósito del colapso en la distribución asociado a los mega apagones de marzo, aunque no es más que la agudización de un problema que los especialistas llevan más de cuatro años alertando.