«Carta de residencia», por Simón Boccanegra
En una entrevista, hace semanas, el rector Jorge Rodríguez dijo una frase que sirvió de titular a ocho columnas: algo así como «Me horrorizan las trampas» o «Jamás me prestaría para una trampa», no recuerdo bien, pero el sentido era claro: Jorge decía categóricamente que a pesar de su corazoncito sesgado hacia el gobierno, jamás se haría cómplice de una triquiñuela. De hecho, los negociadores de la CD (y también TalCual) reconocieron que habían encontrado en él un interlocutor válido. Pues bien, a quien dijo aquello creo necesario dirigirme para decirle que el requisito de carta de residencia en el país donde están, que el CNE ha establecido para nuestros compatriotas en el exterior, luce como una triquiñuela, una artimaña, no sólo inconstitucional sino con el propósito de impedir el ejercicio del voto de esos venezolanos, la inmensa mayoría de los cuales carece de ese requisito porque, como Jorge debe saber muy bien, obtenerlo es dificilísimo. Hay miles de venezolanos en el exterior, sobre todo en EEUU, que no tienen esa carta de residencia porque ese no es su status –es más, son «ilegales». Pero, lo fundamental es que ese requisito no es necesario y exigirlo es ilegal. Basta con que alguien que se encuentra fuera del país durante un proceso electoral solicite su reubicación en el REP (como lo haría el que se muda de Maracaibo a Caracas, o de La Pastora a Catia), para que ella deba ser realizada por el CNE, ubicándolo en el país donde se encuentra y borrándolo de la mesa electoral donde le habría correspondido votar, caso de no haber viajado al exterior. Es de esperar que esta anomalía sea remediada.