Casas muertas, por Simón Boccanegra
Un nuevo grupo de familias damnificadas de Vargas se vino de oriente y se juntó al que tomó la Casa Guipuzcoana, en La Guaira, días atrás. La razón es la misma: las casas que les fueron entregadas por el FUS se están cayendo. Esto plantea un grave y serio problema moral. Si las casas se están cayendo es porque se las construyó mal. Donde debían ir dos cabillas se colocó una. Donde debían utilizarse dos sacos de cemento se empleó uno. En dos platos, se robó a la Nación. Esos constructores y quienes los contrataron (en Fondur) son unos delincuentes convictos. Las pruebas están allí: las casas son inhabitables. Allí hubo un guiso. La Primera Lengua del país, el de los discursos vitriólicos contra la corrupción, ¿no podría hacernos siquiera un comentario en Aló Presidente sobre esta materia? Un gobierno serio, Hugo, sin necesidad de ser revolucionario, ya habría llevado a juicio a los constructores y habría ordenado una investigación a los gerentes de Fondur, comenzando por el que hoy es comandante del Ejército. Pero ya se sabe que los miembros del equipo de beisbol de la casa de los sueños azules, cuando Tribilín era primera base, son insospechables. No habrá averiguación alguna. El gran Clodo, desde luego, no tiene ni idea de lo que ha pasado.