¡Cecilia, seguro, al yanqui dale duro!
Nunca creí que mis viejos oídos habrían de escuchar lo que he oído en estos días, desde que los gringos emitieron su ya famoso comunicado. De hecho, los mismos que los elogiaban en tiempos en que Donna Hrinak era embajadora aquí, ahora cuestionan a Shapiro. Como si en uno y otro caso los embajadores no hicieran lo que les ordenan desde el State Department. El viernes oí al general Ochoa Antich decir que tenía «muy pobre opinión» de Shapiro, y la señora Colomina, que lo entrevistaba, subrayaba: «Sí, él es como un elefante en una cristalería». Help! ¡Los gringos se volvieron chavistas! A este paso, pronto veremos a nuestros amigos quemando la bandera de las barras y las estrellas, como cualquier Lina Ron. Pero la tapa del frasco fue la siempre ocurrente doctora Cecilia Sosa. Según la ex presidenta de la Corte Suprema, el gobierno de Venezuela, este mismo, no el que ella aspira a presidir, debe declarar persona no grata a Shapiro y pedir al gobierno de Bush su remoción. En el Departamento de Estado deben haber pasado el caso venezolano a la sección de criptografía, para que descifren este jeroglífico.