Celebro mi niña bonita: Aroa Montserrat, por Rafael A. Sanabria M.

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Celebrar una hija, en general, implica reconocer y honrar su llegada al mundo y su crecimiento, así como celebrar sus logros y su papel en la familia.
Y de pronto llegó abril veintidós, con los ojos más bonitos… desde entonces riego surcos sobre la mirada. ¿De qué color son los ojos de mis días? Algunas veces verde aceituna, cual refugio de esperanza, otras veces grises cual intimidad de la tintura del atardecer nunca abatido…el don de la contemplación resulta interminable. Te pronuncio A-ro-a y la palabra desdobla. No existe otro tesoro, sólo tú: niña bonita, pueblo ancho y mío. Sobre mis huesos escribiré tu historia como epitafio distinguido en verso. Eres la musa que florece mi inspiración.
Dibujan tus ojos coloquios de afectos. Una mirada, se detiene, la acompaña una sonrisa, estás tú, está tu madre, estoy yo una fábrica de sueños. Ahora comprendes porque te llevamos en grande.
Ella es Aroa bonita! Mi niña de ojos bonitos, mi siempre… el regalo con los ojos más bonitos que ha llegado a mi vida. Amo tus ojos. Amo la ternura que ellos visten. Amo el silencio que ellos presumen. Amo la paz que se refleja en los míos siendo tuyos. Pido a Dios el milagro de la vida para viajar junto a ti, en el tren del diario vivir, para zambullirnos en el mundo de las letras y los números. Para salpicar tu inocencia de colores. Para contarte el pueblo de mis querencia: El Consejo donde las calles narran que somos pueblo por heredad. Gracias por existir…eres el reencuentro con la paz al final de la jornada. Eres el epitafio que se ha tatuado en mi alma para jamás borrarse. Eres mi pedacito de cielo donde llueve amor todos los días. Eres la tierra donde florece el amor. Dios te regale salud y perpetua felicidad. Te amo hasta más allá del infinito mi trisílaba, mi paroxítona… A-ro-a mi más bonito poema…
Hija, si algún día partiera y te cuentan que te escribí versos, quiero que los leas, porque me inspiré en ti, en tus ojos, en tu mirada.
Le escribí a tus besos, a tus brazos, a tu inocencia, le escribí a Dios, para que te protegiera, le escribí a todo lo que me acercaba a ti.
Si algún día partiera y te cuentan que te escribí versos, no hagas caso, si no tienen rima, sólo siente las palabras que salieron de mi alma. Porque las escribí con alegría, con mi vida, con el profundo anhelo de volver siempre a ti a través de la palabra.
Si algún día partiera y te cuentan que te escribí versos quiero que sepas que en cada pensamiento que escribí, me acompañó tu rostro, que lo sé de memoria, en cada letra me sacié de esperanza. Si aquel día llega sólo quiero pedirte que leas, lo que escribí gracias a tu amor.
En resumen, celebrar una hija es un acto de amor, reconocimiento y celebración que fortalece el vínculo familiar, fomenta la autoestima y transmite valores positivos. ¡Salud en tu primer año!
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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