¿Centroamérica se suma a la producción de cocaína?, por Dardo Justino Rodríguez
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A inicios de febrero de este año y en el marco de la Operación Cazador, bajo la supervisión de un juez con jurisdicción nacional, agentes de la Dirección Nacional Policial Antidrogas (DNPA) y de los Comandos de Operaciones Especiales (COE) de Honduras, decomisaron un plantío de arbustos de coca. El operativo, que se desarrolló en un área rural en el departamento de Colón, en el norte del país, acopió más de 13.000 plantas y elementos necesarios para la fabricación de la pasta básica de cocaína.
La idea de que Centroamérica es exclusivamente una región de tránsito de la droga desde Sudamérica hacia los mercados consumidores del norte empieza a ponerse en duda. Si bien sigue siendo zona de recepción y despacho de cargamentos procedentes del sur, lo cierto es que, desde hace algunos años, países como Guatemala y Honduras se van convirtiendo, aunque lentamente, también en productores de esta droga.
La aparición de los cultivos
Centroamérica es una de las regiones más violentas del mundo, pero como si no fuera suficiente, desde mediados de la década pasada las fuerzas de seguridad han ido descubriendo cultivos de coca en zonas aisladas y escasamente pobladas en estos dos países.
Hay quienes aseguran que seguramente existen cultivos de tipo experimental también en El Salvador y en Nicaragua, solo que aún no han sido descubiertos.
Los países del Triángulo Norte —El Salvador, Guatemala y Honduras— llevan décadas absorbiendo buena parte del tráfico de drogas desde el sur. Aportan a ese fenómeno las vastas regiones aisladas, casi inaccesibles, como la mayor parte de la Mosquitia hondureña. Asimismo, cuentan con extensas costas marítimas y fuerzas navales que no siempre cuentan con la capacidad operativa para controlarlas adecuadamente.
En 2018 se decía: «Por ahora, los cultivos ilegales en el Triángulo Norte son más anecdóticos que peligrosos. Unas 50 hectáreas en Honduras no son nada…». Sin embargo, se han ido descubriendo cultivos más extensos con laboratorios, invernaderos y con tecnología para producir más cantidades de cocaína en mejores condiciones y con mayor calidad. Eso sí preocupa, aunque la producción todavía no haya alcanzado cifras relevantes.
Los plantíos centroamericanos
En mayo de 2018, debido a un chivatazo, las fuerzas de seguridad de Guatemala se adentraron en zonas casi inaccesibles de Alta Verapaz, una región con cerros de hasta 2.500 metros de altura, calurosa y húmeda. Se trata de un territorio muy similar a los Andes de la cuenca amazónica, donde se cultivan los mejores plantíos de coca. Fue una operación realizada en estricta reserva que permitió hallar el primer cultivo de hoja de coca en el país.
Ese mismo año, las autoridades de Honduras descubrieron tres plantíos, uno de ellos de unas 20 hectáreas. Estos descubrimientos comenzaron a evidenciar que los carteles están buscando alternativas de producción más cercanas al mayor mercado consumidor del mundo: Estados Unidos.
La menor distancia de Honduras y Guatemala con Estados Unidos, comparado con Perú, Bolivia o Colombia, reduce significativamente los riesgos en el transporte y la costosa y compleja logística necesaria para transportar toneladas de cocaína desde Sudamérica.
El crecimiento de los cultivos en Honduras
Desde 2017 se han encontrado en Honduras plantaciones de hoja de coca en los departamentos de Yoro, Olancho y Colón, todos ellos ubicados en la zona norte del país. El primer cultivo se encontró en abril de 2017, en una zona montañosa de Esquipulas del Norte, en Olancho. Fueron requizados unos 84 mil metros cuadrados de plantaciones y un narco-laboratorio anexo, cuyas actividades databan de cierto tiempo atrás. En 2019 las autoridades hallaron varias manzanas de hoja de coca en el departamento Colón, lindante con la costa caribeña. Este departamento es donde más hectáreas de plantaciones se han encontrado.
A pesar del aumento de plantíos requisados en el país, algunos analistas creen que estos cultivos tienen limitaciones virtualmente insuperables.
Una de ellas es que el territorio hondureño es pequeño y que la hoja de coca requiere de mucho desmonte para recibir suficiente luz solar, lo cual haría las plantaciones fácilmente visibles desde el aire. Sin embargo, según autoridades policiales, si estas plantaciones se hicieran intercaladas y de menor tamaño no sería tan fácil descubrirlas e incluso podrían ser confundidas con el desmonte para explotación ganadera.
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A pesar de que las condiciones del territorio centroamericano no son las más idóneas, la tendencia creciente de este fenómeno es preocupante teniendo en cuenta el contexto del Triángulo Norte. Se trata de países con instituciones débiles, altos niveles de corrupción, fuerzas armadas y de seguridad permeables a los «incentivos» del narcotráfico y sociedades inmersas en la violencia, producida tanto por el crimen común como por el crimen organizado.
Estas sociedades vienen sufriendo, además, de los embates de persistentes crisis económicas, a esta altura estructurales, que han desembocado en migraciones y desplazamientos masivos. Todos estos ingredientes son tierra fértil para que los cultivos de coca se conviertan en una alternativa de sobrevivencia para las familias marginadas que viven entre cerros, selvas y bosques, donde las autoridades tienen escasa o nula presencia.
Dardo Justino Rodríguez es analista, comunicador, asesor y consultor independiente de organismos y organizaciones internacionales. Director nacional de Presagio Consulting Honduras.
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