Chacumbele «autocrítico», por Simón Boccanegra
El Presidente terminó su mensaje a la nación preguntando varias veces por qué, por qué, por qué su gobierno ha puesto la cagada en tantos frentes. ¿Por qué falta la leche? ¿Por qué el desastre en las cárceles? ¿Por qué tanta inseguridad en cada esquina, en cada calle, en cada casa, etc.? ¿Por qué la impunidad? ¿Por qué las mafias tienen tomadas las instituciones? ¿Por qué el más mínimo trámite en las oficinas públicas es una pesadilla? ¿Por qué los chantajes abusivos con la permisología? ¿Por qué hay escasez? ¿Por qué importamos tantos alimentos? ¿Por qué no hemos podido frenar la corrupción? Chávez, pues, regresó de su viaje por la galaxia, hizo un toque técnico en su país y descubrió que -en nueve años- a su gobierno y a él mismo se les ha ido el tiempo hablando pendejadas, mientras los problemas que agobian al ciudadano común se fueron haciendo cada vez peores. Chacumbele pregunta por qué. Porque no se calla; porque se rodea de inútiles y jaladores; porque sus ideas han destruido la vieja institucionalidad sin sustituirla por otra nueva, de modo que la administración pública es un caos; porque su política económica es pura charlatanería y corrupción y su política social se ha vuelto corrupta y clientelar; porque ha hecho imposibles los acuerdos sociales mínimos para una gobernanza democrática; porque cuando piensa en soluciones no se le ocurren sino ideas tan estúpidas como esa de que Pdvsa debe darle informes diarios sobre cuántos pozos están en producción o que el ministro de Vivienda debe decirle cada día cuántas casas se han construido y otras bolserías del mismo jaez, como si Venezuela fuera la de los tiempos de Gómez, cuando el Presidente podía gobernar como un caporal de hacienda. Chacumbele no tiene la más mínima idea de las complejidades de la administración moderna del Estado. En todo caso, aunque el único que no se había dado cuenta era él, al menos ya admite que su gobierno es una torta. Algo es algo.