Chacumbele como ingeniero social, por Simón Boccanegra
Si, por un lado, a Chacumbele no le da la sesera sino para reproducir, ampliándolos, todos los defectos del reciente pasado venezolano, por el otro, los «ideólogos» extranjeros que chupan de la teta chavista en el ex Anauco Hilton, lo tienen indigestado con las peores lucubraciones de la «ingeniería social» de los siglos XIX y XX, haciéndolo proponer proyectos olorosos a naftalina, cubiertos de telarañas.
El otro día, oyéndolo desvariar en El Valle, cuando proponía la creación de una comuna en una pequeña urbanización, este minicronista se preguntaba si todo era ingenuidad e ignorancia, pero platónicas, es decir, cositas «gûenas pa’ conversá», o si de verdad Chacumbele se propone empujar por ese lado. Si este fuera el caso, no se le puede sino augurar el mismo destino que se tragó el experimento «comunal» con los damnificados del deslave, en Gurí, o los ya olvidados cultivos organopónicos de Parque Central y los nonatos «gallineros verticales», que murieron ahogados entre las risotadas de sus supuestos beneficiarios.
Ni que hablar de los experimentos cogestionarios, que no han hecho sino desacreditar una idea, en si misma, fecunda, con los fracasos de Invepal, Inveval, Invetex y Alcasa. Como contribuyó a desacreditar las experiencias cooperativistas, con las perversiones que acompañaron sus tiempos iniciales, y luego abandonándolas una vez «descubrió» que «también eran capitalismo» Esto, para no comparar sus desatinos con los del Gran Salto Adelante, de Mao Ze Dong, en China, con sus patéticos hornos siderúrgicos caseros, en los patios de las casas campesinas, y la creación forzosa de «comunas campesinas», que con otro nombre reprodujeron, para peor, los koljoses y sovjoses soviéticos, responsables de hacer de la antigua potencia cerealera rusa un importador neto de trigo.
Creatividad debería ser el nombre del juego, pero como no lo es, ya Monedero se encargó de excusar la sequía intelectual. La transición al socialismo toma mucho tiempo, nos consoló. Tanto, que, como en el famoso largo plazo de Keynes, todos estaremos muertos. Hasta las futuras generaciones.
Deja un comentario